La vida de Rubén Darío: LXVI
El nuevo gobierno nicaragüense, que suprimió por decreto mi misión en México, no me envió nunca, por más que cablegrafié, mis recredenciales para retirarme de la legación de España; de modo que, si a estas horas no las ha mandado directamente al gobierno español, yo continúo siendo el representante de Nicaragua ante su majestad católica.
Y aquí pongo término a estas comprimidas memorias que, como dejo escrito, he de ampliar más tarde. En mi propicia ciudad de París, sin dejar mi ensueño innato, he entrado por la senda de la vida práctica... Llamado por el artista Leo Lerelo para la fundación de la revista Mundial, entré luego en arreglos con los distinguidos negociantes señores Guido, y he consagrado mi nombre y parte de mi trabajo, a esa empresa, confiando en la buena fe de esos activos hombres de capital.
En lo íntimo de mi casa parisiense, me sonríe infantilmente un rapaz que se me parece, y a quien yo llamo «Güicho»...
Y en esta parte de mi existencia, que Dios alargue cuanto le sea posible, telón.