Las Ideas

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Jueves 7 de septiembre de 1916, EL DIA

Las Ideas

La predica de EL DIA ha sido siempre predica de ideas. –Presumimos haberlas inculcado en una gran masa de la opinión nacional, que constituye su apoyo y su fuerza. – Los sucesos no pueden modificarlas en nuestro concepto periodístico. –A despecho de los sucesos mismos, ellas serán siempre nuestras ideas, porque son convicciones hondas y patrióticas, solo inspiradas en el bien del País. –Los hombres, como los partidos, proceden por propia voluntad y no por voluntad ajena. –O se cree que una cosa es buena o se cree que no lo es. –Si se cree que es buena debe sostenerse; si se cree que es mala no ha debido nunca defenderse. –Pero juzgar las cosas hoy en sentido diametralmente opuesto a lo que se pensaba ayer por el solo hecho de que las conveniencias transitorias determinan evoluciones de procedimientos, nos parece un error que trastorna los rumbos que se han considerado, fundamentalmente, verdaderos. –Una cosa es detenerse- como lo hemos creído necesario, como lo hemos aceptado con verdadero beneplácito en el momento actual, para agrupar fuerzas. –Otra, es retroceder. –Una cosa es el compás de espera previsor sobre las posiciones adquiridas. –Otra, es marchar para atrás. –Los partidos, como los hombres, valen por lo que hacen, por lo que piensan, por lo que se proponen hacer. –Y su unidad y su fuerza residen en la unidad y en la fuerza de sus directivas ideológicas. –El partido que cambia de programa en cada hora histórica de su actuación colectiva, es porque carece de orientación firme y de estabilidad perfecta. –No podrá saberse nunca a donde va ni lo que quiere, instrumento del azar de los sucesos, plástico como la arcilla y ,como ésta , susceptible de ser adaptado a todas las combinaciones de los intereses adventicios. –Los partidos deben ser la expresión viva y dinámica de sus ideas, de sus plataformas impersonales, de su empeño decidido y permanente de realizar el bien, de la manera que lo consideren mejor, por acuerdo de voluntades concordantes, o de propender a que ese bien se realice con arreglo a sus puntos de vista superiores. –Mudar de programa , de un día para otro, bajo la influencia de impresiones fugaces, significaría que solo las circunstancias mueven los resortes de su organización y de su actividad.

Estas consideraciones nos sugiere la propaganda de estimables diarios, hasta ayer afanosos colaboradores y entusiastas defensores de la política de partido y de las reformas sociales y económicas efectuadas antes, y , hoy, no menos entusiastas y afanosos panegirisistas de nuevos rumbos contrarios a la reciente tradición de la comunidad en que militan. –EL DIA no piensa como ellos: alzó durante doce años una bandera de principios e ideas. –Y esa bandera sigue firme en sus manos. –El electorado, en el último comicio, por razones que hemos repetido muchas veces, por circunstancias que no afectan la verdad, la sinceridad y la justicia de nuestra predica, venció, si se quiere, al reformismo radical. –Y hemos acatado el veredicto público, por más sospechoso que nos sea, y hemos retirado, ante la imposibilidad de seguirlo manteniendo, el proyecto colegialista, sin dejar de pensar hoy como ayer a su respecto. –Pero el electorado no ha dicho nada sobre todos los demás principios y sobre las demás ideas capitales y permanentes que inspiraron nuestra propaganda. –El electorado no ha dicho que debe desistirse de la política de partido y de las buenas reformas de orden social y económico que constituyen un programa impersonal y prestigioso. –No tenemos por que relegarlos al archivo de las cosas históricas, condenadas a ser destruidas, como los papeles viejos, sin valor afirmativo, por la polilla del tiempo. –Nuestra colectividad tiene en su programa, como cláusula esencial, la política de partido y como orientación inequívoca el propósito de realizar grandes ideas progresivas, nobles postulados de libertad, de igualdad, de transformación social. –Podemos dar preferencia -en un alto que todos admitimos y justificamos, -a la obra de mejor organización de nuestros elementos para una lucha electoral próxima, en que todos debemos estar unidos para dirimir con el adversario tradicional el pleito de preponderancias banderizas, en nombre de un alto interés patriótico; pero eso no quiere decir que debemos renunciar a lo que es esta fuerza moral, la razón de ser de nuestro partido mismo: sus ideas y sus aspiraciones perfectamente caracterizadas frente a las demás agrupaciones cívicas. –De poco o de nada nos valdría el poder, si no tuviéramos aspiraciones e ideas superiores que realizar desde el gobierno!.

Nuestra doctrina llega más lejos –y debemos subrayarla al tomar en cuenta los conceptos de los diarios a que hemos aludido: no damos sólo valor a las ideas por la suerte que corran en las luchas de la política militante! - Las ideas tienen el valor de si mismas, para nosotros. –Consideramos la política de partido, que se aplica en todas las democracias bien organizadas, como la única que puede hacer fecundo, estable, prestigioso, fuerte, útil el gobierno. –Esa es nuestra convicción inquebrantable y definitiva. –La política nacional, como se entiende entre nosotros, como se ha practicado tantas veces en nuestro País, para fracasar inevitablemente en la esterilidad, en la anarquía o en la guerra civil, es, para nosotros, inadmisible. –Lo sostuvimos ayer, lo sostenemos hoy, lo sostendremos siempre, como resultado de la experiencia histórica, del sentido superior de las conveniencias colectivas, de la sincera devoción al bien de todos. –Y pensamos así a despecho de los sucesos, de las derrotas eventuales, de la suerte que esas ideas corrieran en cualquier caso, porque nuestras ideas obedecen a la virtualidad de nuestra persuasión largamente madurada, y no a los agentes exteriores que puedan modificar el ambiente según las contingencias políticas.

Con nuestras ideas y para nuestras ideas, pues, seguiremos siempre luchando, en nombre de las convicciones propias y del interés nacional.