Las aves domésticas

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​Las aves domésticas​ de Mariano Melgar
Fábula IV.

Muy soberbios los pavos miraban
Con desprecio á otras aves de cría :
Con gran sorna cada uno decía:
« Palomitas, gallitos... no hay más! »
Cuando alguna gallina encontraban,
Ni mirarla : con gran reverencia
La infeliz en su augusta presencia
Se postraba, queriendo agradar.
Su tertulia los gallos tenian;
Á la paz y á la union convidaban.
Aun algunos pichones entraban,
Pero pavos? ninguno, jamás.
Ya los otros sufrir no podian,
Renegaban mirando el ultraje;
Pero el amo templó su coraje
Con traerles un buen pavo real.
De palomas y gallos bien pronto
Se hizo amigo ; pretende que luego
Haya en casa quietud y sosiego,
Y á los pavos intenta ablandar.
« Buena maula ¡ Quien viene con esto ! »
Le contestan hinchados los pavos :
« Qué avecita! valdrá dos ochavos;
A las otras en cuerpo es igual. »
No por esto el tal jefe desiste,
Se arma pronto y un cielo parece:
Cuanto bello la luz nos ofrece
Se reune y le viene á adornar.
Más la turba soberbia resiste :
Tambien se arma, se vuelve, pasea
Con tal cara de orgullo, aunque fea.
Que los hizo, por fin, reventar.
A patadas y á pico deshacen
Su plumaje los gallos airados;
Ellos se arman así destrozados;
Más ya son un atroz matorral.

Si á unos hombres la pompa quitaran
Los que mandan, harían justicia;
Yo en los gallos no encuentro malicia,
¿ Y en los pavos ?... No es malo callar.