Las mil y una noches:113

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Las mil y una noches - Tomo II​ de Anónimo
Capítulo 113: Palabras de la quinta joven


PERO CUANDO LLEGO LA 82ª NOCHE[editar]

Ella dijo:

"Se cuenta también que la hermana del Descalzo fué un día a buscar al imán Ahmad ben-Hanbal, y le dijo: "¡Oh santo imán! vengo a ilustrarme. ¡Ilústrame! Por la noche acostumbro velar en la azotea, hilando a la claridad de las luces que pasan, pues no tenemos luz. Y de día hago mis labores y preparo los alimentos. Dime si obro bien usando una luz que no me pertenece".

Entonces preguntó el imán: "¿Quién eres tú?"

Y ella dijo: "Soy la hermana de Baschra el Descalzo".

Y el santo imán se levantó, besó la tierra entre las manos de la joven, y dijo: "¡Oh hermana del más perfumado entre los santos! ¿Por qué no podré yo aspirar a toda la pureza de tu corazón?"

"Se cuenta también que un santo entre los santos ha dicho estas palabras:

"Cuando Alah quiere bien a alguno de sus servidores, abre ante él la puerta de la inspiración".

"También se sabe que cuando Malek ben-Dinar pasaba por los zocos y veía algún objeto que le gustaba, se reconvenía de este modo: ¡Oh Alma mía! es inútil que me tientes porque no te haré caso".

Y afirmaba: El único medio de salvar el alma, es obedecerla; y el medio seguro de perderla, es hacerle caso”.

"Y Mansur ben-Omar nos cuenta el caso siguiente: "Fui de peregrinación a la Meca, y pasé por la ciudad de Kufa. Y era una noche llena de tinieblas. Y en el seno de la noche oí cerca de mí, sin distinguir de dónde salía, una voz que decía esta oración: "¡Oh Señor, lleno de grandeza! no soy de los que se rebelan contra tus leyes, ni de los que ignoran tus beneficios. Y sin embargo, en tiempos pasados he pecado, acaso gravemente, y vengo a implorar tu perdón y la remisión de mis errores. ¡Porque mis intenciones no eran malas y mis actos me hicieron traición!".

"Y terminada esta oración, oí que un cuerpo caía pesadamente al suelo. Y no sabía lo que podía ser aquella voz, ni comprendía lo que significaba aquella oración en medio del silencio, porque mis ojos no podían distinguir la boca que la decía, ni podía adivinar qué era aquel cuerpo que caía al suelo pesadamente. Entonces grité: "¡Soy Mansur ben-Omar, peregrino de la Meca! ¿Quién necesita que le socorra?" Y nadie me contestó. Y me fui. Pero al día siguiente vi pasar un entierro, y me uní a la gente que formaba la comitiva, y delante de mí iba una vieja extenuada por el dolor. Y le pregunté: "¿Quién es ese muerto?" Ella respondió: "Ayer mi hijo, después de decir la oración, recitó los versículos del Libro Noble que empiezan con estas palabras: "¡Oh vosotros que creéis en la Palabra, fortaleced vuestras almas...! Y cuando mi hijo hubo acabado los versículos, ese hombre que está ahora en ese féretro, sintió que le estallaba el hígado, y cayó muerto. Y eso es todo lo que puedo decir".

Y la cuarta joven, después de estas palabras, retrocedió hacia sus compañeras. Entonces se adelantó la quinta joven, que era la corona sobre la cabeza de todas las jóvenes, y dijo:


PALABRAS DE LA QUINTA JOVEN[editar]

"Yo, ¡oh rey afortunado! te diré cuanto he llegado a saber de las cosas espirituales de pasados tiempos.

"El sabio Moslima ben-Dinar ha dicho: "Todo placer que no impulse tu alma hacia Alah, es una torpeza".

"Se cuenta que cuando Muza (¡la paz sea con él!) estaba en la fuente de Modain, llegaron dos pastoras con el rebaño de su padre Schoaib. Y Muza (¡la paz sea con él!) dió de beber a las dos muchachas y al rebaño en el abrevadero de troncos de palmera. Y las dos jóvenes, de regreso a su casa, se lo contaron a su padre Schoaib, que dijo entonces a una de ellas: "Vuelve junto al joven y dile que venga a nuestra casa". Y la muchacha volvió a la fuente; y cuando estuvo cerca de Muza, se cubrió la cara con el velo, y le dijo: "Mi padre te ruega que me acompañes para compartir nuestra comida, en recompensa de lo que has hecho por nosotras".

Pero Muza, muy emocionado, no quiso seguirla al principio, aunque después acabó por decidirse. Y se fué detrás de ella. Ahora bien; la pastorcilla tenía un trasero muy gordo..."

En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.