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Las mil y una noches:196

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Las mil y una noches - Tomo II
de Anónimo
Capítulo 196: Pero cuando llegó la 165ª noche



PERO CUANDO LLEGO LA 165ª NOCHE

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Ella dijo:

...sin conocimiento en brazos de sus servidores y de las mujeres de la casa. Porque, según me dió a entender por el camino, después de lo que había pasado, perdía toda esperanza de tener otra entrevista con su amiga Schamsennahar.

"Entonces, mientras las mujeres y los servidores se ocupaban en hacer volver al príncipe de su desmayo, su familia se figuró que yo debía de ser el causante de todas aquellas desgracias que no entendían, y quiso obligarme a darle toda clase de pormenores.

Pero yo me guardé muy bien de explicarles nada. Y les dije: "¡Buena gente, lo que le ocurre al príncipe es tan extraordinario, que él es el único que os lo puede contar!"

Y afortunadamente para mí, el príncipe recobró el conocimiento en aquel instante, y sus parientes ya no se atrevieron a insistir en el interrogatorio delante de él. Y yo, temiendo nuevas preguntas, y ya algo tranquilo respecto al estado de Ben-Bekar, cogí mi paquete y me fui a toda prisa hacia mi casa.

"Al llegar encontré a la negra que daba gritos agudísimos y desesperados y se abofeteaba, y todos los vecinos la rodeaban para consolarla de mi perdición, que se creía segura. Así es que al verme, la esclava se echó corriendo a mis pies, y quiso también someterme a un nuevo interrogatorio. Pero yo puse término a todo esto diciéndole que por lo pronto no tenía más que ganas de dormir; y me dejé caer, extenuado, en los colchones, y poniendo la cara en la almohada dormí hasta el otro día.

"Entonces la negra se me acercó y me hizo preguntas, y yo le dije: "Dame un buen tazón lleno". Me lo trajo, me lo bebí de un sorbo, y como la negra insistía, le dije: "¡Ha sucedido lo que ha sucedido! Entonces se fué. ¡Y yo me volví a dormir, y aquella vez no me desperté hasta pasados dos días y dos noches!

"Y cuando pude incorporarme, me dije: "¡La verdad es que tengo que ir a tomar un baño al hammam!" Y fui enseguida, aunque seguía muy preocupado con la situación de Ben-Bekar y Schamsennahar, de quienes nadie me había traído noticias. Fui pues, al hammam, en donde tomé mi baño, y me dirigí en seguida hacia mi tienda; y cuando sacaba la llave del bolsillo para abrir la puerta, una mano me tocó en el hombro, y una voz me dijo: "¡Ya Amín!" Entonces me volví, y conocí a mi joven amiga, la confidente de Schamsennahar.

"Pero en vez de alegrarme al verla, sentí un miedo atroz de que me vieran los vecinos en conversación con ella, pues todos sabían que era la confidente de la favorita. Me apresuré a meterme la llave en el bolsillo, y sin volver la cara eché a correr, completamente enloquecido, sin hacer caso de las voces de la joven, que corría detrás de mí, rogándome que me parara. Y así llegué hasta la puerta de una mezquita solitaria, me precipité dentro, después de haber dejado a la puerta las babuchas, me dirigí hacia el rincón más oscuro, y adopté enseguida la actitud de la oración. Entonces, más que nunca, pensé en lo grande que había sido la cordura de mi antiguo amigo Abalhassan ben Taher, que había huido de todas aquellas complicaciones, retirándose tranquilamente a Bassra. Y pensé para mis adentros: "¡Como Alah me saque sano y salvo, hago voto de no volverme a meter en semejantes trances, ni a hacer tales papeles!".

"Apenas estaba en aquel rincón oscuro cuando se me unió...

En este momento de su narración, Schehrazada, vió aparecer la mañana y se calló discretamente.