Las mil y una noches:200
PERO CUANDO LLEGO LA 169ª NOCHE
[editar]Ella dijo:
"... le vimos volver a caer de pronto exhalando un hondo suspiro. Había expirado.
Al ver aquello, el anciano y yo rompimos a llorar, y nos pasamos así toda la noche; y le conté entre lágrimas esta triste historia. Y al llegar la mañana le confié el cadáver hasta que la familia, avisada por mí, fuera a buscarlo. Me despedí de aquel hombre tan bueno, y me dirigí rápidamente a Bagdad, aprovechando la salida de una caravana que allá se dirigía. Y en cuanto llegué, corrí a casa del príncipe, sin mudarme siquiera de ropa, y me presenté a su madre.
"Cuando la madre de ben-Bekar me vió llegar solo, sin su hijo, y observó mi tristeza, empezó a temblar, y yo le dije: "¡Oh venerable madre de Alí, Alah es el que manda, y la criatura tiene que someterse! ¡Cuando se dirige a un alma el escrito de llamada, el alma tiene que presentarse sin demora delante de su amo!"
"Al oír esto la madre de Alí exhaló un gran grito, y cayendo de bruces al suelo, exclamó: "¡Qué horror! ¿Habrá muerto mi hijo?"
Yo bajé los ojos sin poder pronunciar una palabra. Y vi cómo la pobre madre, ahogada por los sollozos, se desmayaba. Y me puse a llorar todas las lágrimas de mi corazón, mientras las mujeres llenaban la casa con sus lamentos.
Cuando por fin pudo oírme la madre de Alí, le conté los pormenores de la muerte, y le dije: "¡Reconozca Alah lo grande de tus méritos, ¡oh madre de Alí! y te remunere con sus beneficios y su misericordia!"
Entonces ella me preguntó: "¿Pero no ha dejado ningún encargo para que me lo transmitieras?" Yo contesté: "¡Me dijo que si moría era su mayor deseo que lo transportaran a Bagdad!" La madre del príncipe volvió a romper en llanto, desgarrándose los vestidos, y dijo que inmediatamente iría con una caravana para recoger el cadáver de su hijo.
"Y dejándola entregada a sus preparativos de marcha, regresé a mi domicilio, pensando: "¡Oh, príncipe Alí, desventurado amante! ¡Qué lástima que tu juventud haya sido segada en su más hermosa floración!"
"Y al llegar a mi casa, cuando eché mano al bolsillo para sacar la llave, me tocaron en el brazo; me volví, y vi a la confidente de Schamsennahar vestida de luto, y con cara muy triste. Quise escaparme, pero la joven me obligó a entrar en casa con ella. Y sin hablarnos rompimos a llorar uno y otro. Después le dije: "¿Ya sabrás la desgracia?" Ella respondió: "¿A cuál te refieres, Amín?" Yo le dije: "¡La muerte del príncipe Alí!" Y al verla llorar de nuevo comprendí que nada sabía, y la enteré en medio de grandes sollozos.
"Después ella me preguntó: "¿Y tú conoces mi desgracia?" Yo exclamé: "¿Habrá perecido Schamsennahar por orden del califa?" Ella contestó: "Schamsennahar ha muerto, pero no como supones. ¡Oh desventurada señora mía!" Y rompió a llorar, hasta que por fin me dijo: "¡Escúchame, Amín!"
"Cuando Schamsennahar llegó acompañada por los veinte eunucos a presencia del califa, éste despidió a todo el mundo, se acercó a ella, la mandó sentar junto a él, y con voz llena de bondad le dijo: "¡Oh Schamsennahar! ¡Tienes enemigos en palacio, y estos enemigos han querido calumniarte deformando tus actos y presentándomelos bajo un aspecto indigno de ti y de mí! ¡Sabe que te quiero más que nunca, y para probarlo ante todo el palacio he dado órdenes de que se aumente tu tren de casa, y el número de tus esclavos, y los gastos tuyos! ¡Te ruego, por lo tanto, que abandones esa aflicción que me aflige también a mí! ¡Y para distraerte, voy a llamar a las cantarinas de palacio, y disponer que traigan bandejas cargadas de frutas y bebidas!"
Inmediatamente entraron las tañedoras de instrumentos y las cantarinas. Los esclavos vinieron cargados con grandes bandejas repletas de apetitoso contenido. Y cuando todo estuvo dispuesto, el califa, sentado al lado de Schamsennahar, que a pesar de tanta bondad se sentía cada vez más débil, mandó a las cantarinas que empezaran. Y una de ellas, al son de los laúdes, pulsados por los dedos de sus compañeras, prorrumpió en este canto:
- ¡Oh lágrimas, hacéis traición a los secretos de mi alma, no dejando que guarde para mí sola un dolor cultivado en silencio! ¡He perdido al amigo amado por mi corazón!
Al oír esto, Schamsennahar, exhaló un gran suspiro, y cayó de espaldas. El califa, afectadísimo, se inclinó hacia ella rápidamente, creyéndola desmayada, ¡pero la levantó muerta!
"Entonces tiró la copa que tenía en la mano, derribó las bandejas, y mientras dábamos gritos espantosos nos mandó salir a todas ordenando que rompiéramos las guitarras y los laúdes de la fiesta. Yo fui la única a quien permitió que permaneciera en el salón. El emir se colocó a Schamsennahar en las rodillas, y así estuvo llorando toda la noche, mandándome que no dejase entrar a nadie.
"A la mañana siguiente confió el cuerpo a las plañideras y lavadoras, y mandó que se le hicieran funerales de mujer legítima, y todavía más grandiosos. Después se encerró en sus habitaciones, y desde entonces no se le ha vuelto a ver en el salón de justicia".
"Por mi parte lloré con la joven la muerte de Schamsennahar, y ambos nos pusimos de acuerdo para que Alí ben-Bekar fuera enterrado al lado de Schamsennahar. Y aguardamos el regreso de la madre, y cuando regresó, tributamos al cadáver del príncipe unos fastuosos funerales, y logramos que se le sepultara al lado de la tumba de Schamsennahar.
"Y desde entonces yo y la joven confidente, que llegó a ser mi esposa, visitamos las dos tumbas, para llorar por los amantes, de quienes habíamos sido tan amigos".
Y tal es, ¡oh rey afortunado! -prosiguió Schehrazada- la historia conmovedora de Schamsennahar, favorita del califa Harún Al- Raschid.
En esto la pequeña Doniazada, no pudiendo reprimirse por más tiempo prorrumpió en sollozos, hundiendo la cabeza en la alfombra. Y el rey Schahriar exclamó: "¡Oh Schehrazada! ¡Esa historia me ha entristecido mucho!"
Entonces Schehrazada dijo: "¡Oh rey! ¡Si te he contado esa historia, tan diferente de las otras, ha sido más que nada por los versos admirables que contiene, y sobre todo, para disponerte mejor a la alegría que ha de causarte la que me propongo contar ahora, si tienes a bien permitirlo!"
Y el rey Schahriar contestó: "¡Oh Schehrazada! ¡Hazme olvidar esa tristeza y hazme saber el título de esa historia que me prometes"! y Schehrazada dijo: Es la HISTORIA MÁGICA DE LA PRINCESA BUDUR LA LUNA MÁS BELLA ENTRE TODAS LAS LUNAS.
Y la pequeña Doniazada, levantando la cabeza, exclamó: "¡Oh mi hermana Schehrazada! ¡Cuánta sería tu bondad si la empezaras en el acto!"
Pero Schehrazada dijo: "De todo corazón, y como homenaje debido a este rey bien portado y de buenos modales. ¡Pero no será hasta la noche próxima!" Y como veía aparecer la mañana, Schehrazada, discretamente, se calló.