Las mil y una noches:453
Y CUANDO LLEGO LA 455ª NOCHE
[editar]Ella dijo:
"... para que vengan a leer el Korán en presencia de ese efrit y a exorcizarle!" Y el palafrenero salió al punto corriendo en busca de los sabios lectores del Korán, que se instalaron alrededor del pozo. Y comenzaron a recitar los versículos conjuratorios, mientras el palafrenero y su amo tiraban de la cuerda y sacaban el cubo fuera del pozo. Y en el límite del espanto, vieron todos al efrit consabido, que no era otro que Alí Azogue saltar del cubo sobre ambos pies y exclamar: "¡Alah Akbar!" Y se dijeron los cuatro lectores: "¡Es un efrit de los creyentes, porque pronuncia el Nombre!" Pero el emir no tardó en ver que era un hombre de la especie de los hombres, y le dijo: "¿Acaso eres un ladrón?"
El joven contestó: "¡No, por Alah! pero soy un pobre pescador. Estando dormido a orillas del Tigris, he copulado con el aire en sueños, y como al, despertarme me encontré mojado, me metí en el agua para lavarme; pero un remolino me arrastró al fondo del agua, y una corriente subterránea me impulsó entre las sábanas líquidas hasta este pozo donde estaban mi destino y mi salvación, gracias a ti".
Ni por un instante dudó el emir de la veracidad de aquel relato, y dijo: "¡Todo sucede porque así está escrito!" Y le dio un manto viejo para que se cubriese y le despidió condoliéndose de su estancia en el agua fría del pozo.
Cuando Alí Azogue llegó a casa de Ahmad-la-Tiña, donde ya estaban muy inquietos por su ausencia, y contó su aventura, se burlaron mucho de él, especialmente Ayub Lomo-de-Camello, que le dijo: "¡Por Alah! ¿Cómo puedes haber sido jefe de banda en El Cairo, dejándote engañar y robar en Bagdad por una jovenzuela?" Y Hassán-la-Peste, que precisamente estaba de visita en casa de su colega, preguntó a Azogue: "¡Oh, inocente egipcio! ¿conoces por lo menos el nombre de la joven que jugó contigo, y sabes quién es y de quién es hija?" Alí contestó: "¡Sí, por Alah! ¡es hija de un mercader y esposa de un mercader! ¡Pero no me dijo su nombre!" Al oír estas palabras soltó una carcajada Hassán-la-Peste, y le dijo: "¡Voy a describírtela! ¡La que tú crees una mujer casada, es una joven virgen, y de ello te respondo! ¡Se llama Zeinab! ¡Y no es hija de ningún mercader, sino de Dalila-la-Taimada, directora de nuestras palomas mensajeras! Con su dedo meñique hacían dar vueltas a todo Bagdad ella y su madre, ¡ya Alí! y se trata de la misma que embaucó a tu maestro, robándole los trajes a él y a sus cuarenta aquí presentes!"
Y como Alí Azogue reflexionara profundamente, Hassán-la-Peste le preguntó: "¿Qué piensas hacer ahora?" Alí contestó: "¡Casarme con ella! ¡Porque la amo locamente a pesar de todo!" Entonces le dijo Hassán: "¡En ese caso te auxiliaré, pues sin mí ya puedes abandonar de antemano un proyecto tan temerario, renunciando a él y acallando tu hígado con respecto a la lista jovenzuela!"
Azogue exclamó: "¡Ya Hassán, ayúdame con tus consejos!" Hassán le dijo: "¡De todo corazón amistoso! ¡Pero con la condición de que en lo sucesivo no bebas más que en la palma de mi mano, ni obres más que bajo mis banderas! ¡Y en tal caso, te prometo el logro de tu proyecto y la satisfacción de tus deseos!" El joven contestó: "¡Ya Hassán, soy tu criado y tu discípulo!" Entonces le dijo la-Peste: "¡Empieza por desnudarte completamente!" Y Azogue se quitó el manto viejo que llevaba, y quedose desnudo por completo.
Entonces Hassán-la-Peste cogió un puchero lleno de pez y una pluma de gallina, y barnizó con aquello todo el cuerpo de Azogue y la cara, de modo que le dio apariencia de un negro; luego, para completar la semejanza, le tiñó de rojo vivo los labios y el borde de los párpados, le dejó secar un momento, le tapó con un paño blanco la venerable herencia de su padre, y le dijo después: "¡Hete aquí transformado en negro, ¡ya Alí! y también vas a convertirte en cocinero! ¡Porque has de saber que el cocinero de Dalila, de Zeinab, de los cuarenta negros y de los cuarenta perros de la raza de aquellos que sirvieron a los pastores de Soleimán, es un negro como tú!
Vas a procurar encontrarte con él, y le hablarás en lengua negra, y después de las zalemas, le dirás: "¡Hace mucho tiempo, hermano negro, que no nos hemos reunido para beber nuestra bebida fermentada, la excelente buza, y comer kabad de cordero! ¿Vamos a festejar el día de hoy?" Pero te contestará que se lo impiden sus ocupaciones y los cuidados de su cocina. Entonces tratarás de emborracharle y de interrogarle de la calidad y cantidad de los manjares que guisa para Dalila y su hija, del alimento de los cuarenta negros y los cuarenta perros, del sitio en que están las llaves de la cocina y de la despensa, y de todo. ¡Y todo te lo dirá! Porque el borracho no oculta nada de lo que deja de contar cuando no le domina la embriaguez. Una vez que hayas adquirido de él estos diversos datos, le narcotizas con bang; te vestirás con sus propios trajes; te meterás en el cinturón sus cuchillos de cocina; cogerás el cesto de provisiones; irás al zoco a comprar carne y verduras; volverás a la cocina; irás a la despensa para sacar lo que necesites, como manteca, aceite, arroz y otras cosas por el estilo; guisarás los manjares conforme a las indicaciones aprendidas; los presentarás bien, echarás bang en ellos, y te irás a servírselos a Dalila, a su hija, a los cuarenta negros y a los cuarenta perros, durmiéndoles de aquel modo.
Entonces les quitarás todos sus efectos y sus ropas, y me los traerás. ¡Pero si ¡ya Alí! deseas obtener por esposa a Zeinab, has de apoderarte, además de las cuarenta palomas mensajeras del califa, meterlas en una jaula y traérmelas también...
En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana y calló discretamente.