Las nacionalidades :6

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Las nacionalidades, Francisco Pi y Margall, 1876


Libro primero (Criterio para la reorganización de las naciones)


Capítulo IV

El criterio histórico. Las naciones en general. España. Francia. Inglaterra

No yerran menos los que buscan en la Historia el principio de las nacionalidades. Nada hubo tan movedizo como las naciones de Europa. Fueron casi en todos tiempos obra de la violencia: por la violencia nacieron, por la violencia se conservaron y por la violencia perecieron. Ni Grecia, ni Italia, ni Francia, ni Inglaterra formaron un solo cuerpo mientras no cayeron bajo el yugo de Roma. No fueron entonces naciones, sino provincias: primero colonias de la gran República; después, miembros del grande Imperio. Aun después de haber invadido los bárbaros el Mediodía de Europa, distaron las provincias romanas de constituir naciones. Las espantosas luchas de los unos con los otros y la resistencia que a todos oponían los restos del moribundo Imperio trajeron revueltos y confusos por más de dos siglos a los pueblos de Europa.

El feudalismo y los árabes volvieron pronto a dividir las naciones. Sabemos todos lo que sucedió en España. En España se fueron organizando pequeños Estados a medida que se reconquistaba el suelo contra los musulmanes. Los musulmanes mismos desgarraron el califato de Córdoba y lo dividieron en emiratos independientes. No hubo aquí una sola nación hasta el año 1580; sesenta años después había ya las de ahora: Portugal y España.

Francia sufrió aún más dilaceraciones. Bajo los monarcas merovingios estuvo distribuída en cuatro reinos: Austrasia, Neustria, Borgoña y Aquitania; bajo los carlovingios, en ochenta condados, que fueron poco a poco emancipándose de la Corona; al subir los Capetos, en sesenta y un feudos, que sólo nominalmente dependian del monarca; bajo el gobierno de Luis VI, en Estados del dominio real y Estados autónomos. Los Estados del rey se hallaban reducidos, al caer los carlovingios, a los territorios de Laons, de Reims y de Compieña ; Hugo Capeto les añadió, el año 987, el ducado de Francia. Hasta el último tercio del siglo XVIII no ganó la Corona el último de los Estados independientes. ¿Los reunió todos el pacto? Los más, la conquista. Francia, durante la Edad Media y aun durante los tres primeros siglos de la Moderna, no constituyó una sola nación sino en dos brevísimos períodos: en los cuatro últimos años del reinado de Clodoveo, y del año 771 a 1817.

La nación inglesa es antigua; pero la Gran Bretaña es también moderna. No estuvo definitivamente unida Escocia a Inglaterra hasta el año 1603, en que Jacobo VI, que la mandaba, se ciñó por derecho de sucesión la corona de los Tudores. Conservó otros cien años su administración, su Parlamento y sus leyes; no los perdió hasta 1707. Hasta el siglo XII no se apoderó de parte de Irlanda Enrique II de Inglaterra; los irlandeses que permanecieron libres resistieron durante siglos. Lucharon hasta el año 1603, hasta el siglo XVII. Vencidos ya, ¡qué de veces no han intentado sacudir el yugo! Han sido constante motivo de perturbación para Inglaterra, e Inglaterra para ellos un verdadero azote. Es proverbial la miseria de Irlanda.

Cada uno de los tres reinos de la Gran Bretaña estuvo, por otra parte, dividido en los primeros siglos de la Edad Media. Cuatro establecieron los sajones en Inglaterra a mediados del siglo V; tres, en el siglo VI, los anglos. Dos había desde la expulsión de los romanos en Escocia; cinco, por lo menos, en Irlanda. Los siete reinos de Inglaterra no se fundieron en uno hasta el siglo XI, en que los acercó el valor y las altas dotes del rey sajón Egberto. Refundiéronse en el mismo siglo los de Escocia por haberse reunido las dos coronas en la cabeza de Kenneth II. Tardaron algo más en formar un solo cuerpo los de Irlanda: como seis siglos.