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Las tres musas últimas castellanas 007

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A Aminta, que imite el sol en dejarle consuelo cuando se ausenta

(Las tres musas últimas castellanas)

de Francisco de Quevedo


Pues eres sol, aprende a ser ausente
del sol, que aprende en ti luz y alegría;
¿no viste ayer agonizar el día
y apagar en el mar el oro ardiente?


Luego se ennegreció, mustio y doliente,
el aire adormecido en sombra fría;
luego la noche, en cuanta luz ardía,
tantos consuelos encendió el Oriente.


Naces, Aminta, a Silvio del ocaso
en que me dejas sepultado y ciego;
sígote oscuro con dudoso paso.


Concédele a mi noche y a mi ruego,
del fuego de tu sol, en que me abraso,
estrellas, desperdicios de tu fuego.