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Las tres musas últimas castellanas 075

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Reprende la insolencia de los que se atreven a preguntar a Dios las causas porque obra y deja de obrar con estas palabras de San Pablo

(Las tres musas últimas castellanas)

de Francisco de Quevedo


Si nunca descortés preguntó, vano,
el polvo, vuelto en barro peligroso,
«¿Por qué me obraste vil o generoso?»
al autor, a la rueda y a la mano;


él todo presumido de tirano,
a nueve lunas peso congojoso
(que llamarle gusano temeroso
es mortificación para el gusano),


¿de dónde ha derivado la osadía
de pedir la razón de su destino
al que con su palabra encendió el día?


¡Oh, humo!, ¡oh, llama!, sigue buen camino:
que el secreto de Dios no admite espía,
ni mérito desnudo le previno.