Libro de Buen Amor: 079
Enxiemplo del ortolano e de la culebra
Era un ortolano bien simpre e sin mal;
en el mes de enero con fuerte temporal
andando por su huerta vido so un peral
una culebra chica medio muerta atal.
Con la nieve et con el viento e con la elada fría
estava la culebra medio amodorrida:
el omen piadoso, que la vido aterida,
doliose mucho d'ella, quísole dar la vida.
Tomola en la falda e levola a su casa,
púsola çerca el fuego, çerca de buena blasa,
avivó la culebra: ante que la él asa,
entró en un forado d'esa cosina rasa.
Aqueste ome bueno dávale cada día
del pan et de la leche e de quanto él comía:
creçió con el grand viçio, e con el grand bien que tenía.
Tanto, que sierpe grand' a todos paresçía.
Venido es el estío, la siesta afincada
que ya non avía miedo de viento nin de elada,
salió de aquel forado sañuda et ayrada,
començó de emponçoñar con venino la posada.
Díxole el ortolano: 'Vete de aqueste lugar;
non fagas aquí dapño.' Ella fuese ensañar,
abraçole tan fuerte, que lo quería afogar,
apretándolo mucho cruelmente sin vagar.
Alégrase el malo en dar por miel venino,
et por fruto dar pena al amigo e al vesino,
por piedat engaño, donde bien le avino,
ansí derechamente a mí de ti me vino.
Tú estavas coytada, poble, sin buena fama,
onde ovieses cobro, non tenías adama,
ayudete con algo, fuí grand tiempo tu ama,
conséjasme agora, que pierda la mi alma.»
«Señora», dixo la vieja, «¿por qué só baldonada?
quando trayo presente, só mucho falagada;
vine manos vasías, finco mal escultada,
contésçeme como al galgo, que non caça nada: