Libro de Buen Amor: 089
Enxiemplo del ladrón que fiso carta al diablo de su ánima II
Entonçes los sayones al ladrón enforcaron
cuydando que era muerto, todos dende derramaron;
a los malos amigos en mal lugar dexaron,
los amigos entrambos en uno rasonaron.
El diablo quexose, dis': '¡Ay, qué mucho pesas!
¡Tan caros que me cuestan tus furtos et tus presas!'
Dixo el enforcado: 'Tus obras mal apresas
me troxieron a esto, porque tú me sopesas.'
Fabló luego el diablo, dis': 'Amigo otea,
e dime lo que vieres toda cosa que sea.'
El ladrón paró mientes, dis': 'Veo cosa fea
tus pies descalabrados e ál non sé que vea.
Veo un monte grande de muchos viejos çapatos,
suelas rotas e paños rotos e viejos hatos,
e veo las tus manos llenas de garabatos,
d'ellos están colgados muchas gatas e gatos.'
Respondió el diablo: 'Todo esto que dixiste,
et mucho más dos tanto que ver non lo podiste,
he roto yo andando en pos ti segund viste;
non puedo más sofrirte, ten lo que mereçiste.
Aquellos garabatos son las mis arterías,
los gatos et las gatas son muchas almas mías,
que yo tengo travadas; mis pies tienen sangrías
en pos ellas andando las noches et los días.'
Su rasón acabada, tirose, dio un salto,
dexó a su amigo en la forca tan alto:
quien al diablo cree, trával' su garabato,
él le da mala çima et grand' mal en chico rato.
El que con el diablo fase la su criança,
quien con amigo malo pone su amistança,
por mucho que se tarde, mal galardón alcança,
es en amigo falso toda la malandança.
El mundo es texido de malos arigotes,
en buena andança el omen tiene muchos galeotes,
parientes apostisos, amigos paviotes,
desque le ven en coyta, non dan por él dos motes.
De los malos amigos vienen malos escotes,
non viene d'ellos ayuda más que de unos alrotes,
si non falsas escusas, lisonjas, amargotes:
guárdevos Dios, amigos, de tales amigotes.
Non es dicho amigo el que da mal consejo,
ante es enemigo et mal queriente sobejo,
al que te dexa en coyta, non l' quieras en trebejo.
Al que te mata so capa, non l' salves en conçejo.»
«Señora», dis la vieja, «muchas fablas sabedes:
mas yo non vos consejo eso que vos creedes,
si non tan solamente ya vos que lo fabledes,
avenidvos entre ambos desque en uno estedes.»
«Farías», dixo la dueña, «segund que ya te digo,
lo que fiso el diablo al ladrón su amigo,
dexarme ías con él sola, çerrarías el postigo,
sería mal escarnida fincando él conmigo.»
Dis la vieja: «¡Señora, qué coraçón tan duro!
De eso que vos resçelades ya vos yo aseguro,
et que de vos non me parta, en vuestras manos juro,
si de vos me partiere, a mí caya el perjuro.»
La dueña dixo: «Vieja, non lo manda el fuero,
que la muger comiençe fablar de amor primero,
cumple otear firme que es çierto mensajero.»
«Señora, el ave muda», dis, «non fase agüero.»
Díxol' doña Garoça: «Que ayas buena ventura
que de ese arçipreste me digas su figura,
bien atal qual sea, dime toda su fechura,
non respondas en escarnio do te preguntan cordura.