Llamé mi luz a la tiniebla escura
Apariencia
- Soneto XXXIV
Llamé mi luz a la tiniebla escura, gloria a mi pena, a mi dolor consuelo, provecho al daño y al infierno cielo. ¡Qué ciego error! ¡Qué bárbara locura! ¡Ay luz divina!, sobre todas pura cuantas vivieron el humano velo, o el intelectual de ardiente celo, ¡quién conociera entonces tu hermosura! Origen de la luz, luz poderosa, luz que ilumina el sol, las once esferas; luz, ¿quién es luz, sino Tú, luz hermosa? ¡Ay loca ceguedad, cuál me pusieras, si fiado de luz tan mentirosa eterna noche de mis ojos fueras!