Los bribones: novela mexicana de actualidad : Capítulo 1

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Los bribones: novela mexicana de actualidad : Capítulo 1​ de Lázaro Gutiérrez de Lara

Desde muy temprano el Magnate había mandado orden a sus principales empleados para que se reunieran en su despacho particular, con objeto de tratar asuntos de importancia, y aquella mañana de Junio, en que un sol de brillo luminoso y candente, penetraba en hazes esplendorosos dentro de la pieza, urdía pensativo, proyectos que agrandaran sus empresas ó que salvaran las dificultades que siempre y á cada paso brotaban de sus atrevidas especulaciones. Desde el interior de aquella pieza amueblada confortable y sobriamente, las miradas se estendían, traspasando el vano de las ventanas, por donde la ondulante é inmensa llanura que se amplaba en una tonalidad verde-amarillenta de pastales maduros, confundiéndose en la vasta lejanía, con los azules fondos de las sierras que servían de línea divisoria con la Nación vecina. Por la ventana del lado contrario, la vista se abarcaba de un golpe el conjunto admirable y atrayente de la naciente población que hormigueaba, pululando en las calles, trepando por las vías que ascendían al lomerío, encausada en los largos y rectos claros bordeados por las casas del vecindario de obreros. Las oficinas de la compañía edificadas de ladrillo rojo en blocs de dos o tres pisos, se enhilaban en la calle principal y sus techos inclinados recortaban el miraje en cuadrilátetos que se escalonaban en surcos cónicos laterales y trepaban las estribaciones de la montaña hacia la cordillera, en cuyo seno, de riquísima formación metálica, se sentía hervir la multitud minera. Después de los edificios, en una brusca elevación del terreno, las gigantescas fundiciones del mineral, de techos arreglados en longitudes cónicas, daban paso a las chimeneas por las que brotaba el humo blanquecino cargado de sulfuro de la materia fundida, en bocanada densas y que se elevan en el aire en volutas que giraban hasta difuminarse en el azul del cielo. La gran chimenea de treinta y cinco metros de altura crugía por las expansiones del humo y se destacaba de entre las otras, como una madre corpulenta y formidable. Erecta audazmente, circular, brillando al sol su cubierta de placas de acero de los talleres de Westinhouse, por un interior corŕía con espantable ruido el humo saturado de corpúsculos metálicos en ignición, que emergía de los hornos donde se refinaba el cobre y luego, dando un paso circular en una caverna de ladrillo refractorio dejando oír al exterior furiosos bramidos, abandonaba toda su riqueza metálica que después era recogida y vuelta a la refinación.

Como aditamento de la fundición se continuaba la Power house y escalonándose, posterior a ella, las sierras minerales; se cubría de superficie sus casitas de operarios y sus cañadas se hundían desde la cumbre y se ensanchaban ak descdender el valle. Al trepar la vista, alcanzaba los peñascos de color roji-negro que ascendían como torres truncadas rompiendo la línea ondulante o angulosas de las cumbres de la sierra y que se prolongaba con la vasta extensión del horizonte.

El Magnate á veces lanzaba una mirada sobre aquel panorama y sus ojillos carnosos y melancólicamente duros, chispeaban con fulgores de dominio y ambición. Desde muy joven, cuando llegó de las regiones del Norte, buscando un campo apropiado á sus inclinaciones aventureras y acariciando nebulosamente en su cerebro una vida de opulencia y de dominio, aspiración en que se fundía su naturaleza, presintió en aquellas llanuras y en aquellas un campo expléndido para sus luchas. Primero las transacciones ganaderas le dieron oportunidad de comprar ganado en pequeña escala y aumentarla por medio del merodeo y la "cuatrería", en aquellos tiempos, en que a los apaches se les podían echar todos los robos que los blancos cometían y en que no existiendo las cuarentenas actuales, podía mandarse el ganado a los mercados de San Francisco o de Kansas City. De este modo había hecho buenos negocios,; más tarde contrajo matrimonio con la viuda de un ganadero de Arizona, continuando como "Cow-boy" del ganado de su mujer ; al poco tiempo dejó a este en la miseria, disipando los novillos en el juego, las mujeres y el Whiskey. El "Cow-boy" empezó a hacerse célebre desde el día en que en un rancho de Tombstone se agarró a balazos con dos compañeros de cuatrerías, un mexicano y un americano que eran tenidos por los más audaces y valientes; en la lucha salió triunfante con la muerte de sus contrarios y desde entonces, los demás "Cow-Boys" tenían á honra estrescjhar su mano y en las correrías "cuatreras" que emprendía, en compañía de aquella gente, él era el qué,con gustosa anuencia de ellos, llevaba la mejor parte del ganado recojido.