Los carros
Apariencia
Mucho antes que el agrio gallinero, acostumbra a cantar el oficio de la negra herrería, husmea el boticario, abre la barbería... En la plaza hay tan sólo un farol (que no alumbra). A través de la sórdida nieve que apesadumbra, los bueyes del cortijo aran la cercanía, y en gesto de implacable mala estación, el guía salpica de improperios rurales la penumbra. Mientras, duerme la villa señorial... Los amores de la fuente se lavan en su mármol antiguo; y bajo el candoroso astro de los pastores, ungiendo de añoranzas el sendero contiguo, pasan silbidos lentos y aires de tiempo ambiguo, en tintinambulantes carros madrugadores.