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Los consuelos/XII

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= XII =


Ruego


Inclina aurem tuam ad precem meam.
Ps. 87.





En ti Señor confío,
a ti mi Dios me entrego;
mi humilde y triste ruego.
Implora tu piedad;
no mires con desvío
mi llanto y amargura,
que aunque mi alma está impura
no abriga la impiedad.


Mi espíritu se humilla
a tu divina planta,
y su dolor levanta
esperanzado a ti;
acoge la sencilla
plegaria que te envía
Señor, y tu faz pía
vuelve un instante a mí.


Henchido de pasiones
mi corazón demente,
se abandonó al torrente
del mundo seductor;
mas ya, sus ilusiones
falaces desdeñando,
se vuelve a ti implorando
consuelo en su dolor.


Si algún tiempo embriagado
de deleites mundanos
los tuyos soberanos
insensato olvidé,
perdona a un descarriado,
que buscando hoy ansioso
tu bálsamo precioso
va en alas de la fe.


Soy pecador indigno;
pero mi alma sincera
arrepentida espera
en tu inmensa bondad;
contempla, pues, benigno
Señor y no indignado
a quien atribulado
se acoge a tu piedad.


De dolor consumido,
de angustias y dolencia
tu divina asistencia
necesito Señor;
levanta mi abatido
corazón, vuelve a mi alma,
vuelve la dulce calma
que le roba el dolor.


Atiende a tu criatura
que mísera fenece,
sus penas adormece,
escucha su clamor;
pues en mar de amargura
se anega mi existencia,
Mírame con clemencia
Aunque soy pecador.