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Los consuelos/XIV

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= XIV =


La historia [1]


Fragmento

A D. J. M. G.


There is no hope for nations! -Search the page
of many thousand years-the daily scene,
the flow and ebb of each recurring age,
the everlasting to be which hath been,
hath taught us nought or little:
Byron



No hay ya esperanza para la naciones. Recorred las páginas
de los siglos ¿qué nos han enseñado sus vicisitudes periódicas,
el flujo y reflujo de las edades, y esa eterna repetición de acontecimientos?
Nada o muy poco.





Encantada y atónita mi mente
registra los anales de los siglos,
que pregona la fama más gloriosos,
y del pasado tiempo y del futuro
el tenebroso velo
Quiere rasgar en su impaciente anhelo.



Monumentos, pirámides alzadas
por el humano orgullo en su demencia,
fatídicos emblemas esculpidos
por manos mercenarias y serviles,
que adulación respiran
y vergüenza y oprobio sólo inspiran.


Todo interroga, y a la vez responden,
con dolorosos gritos que estremecen,
los mármoles, los pueblos y los tiempos:
que ignorancia y miseria sempiterna,
inevitables males
son la herencia fatal de los mortales.


Con lívido semblante y torvo ceño
sus pasos gira en rededor del orbe
el tiempo inexorable, como fiera
famélica, sedienta, enfurecida,
que sus hierros quebranta
y mueve libre su sañuda planta.


Sin cesar marcha y donde quier imprime
su gigantesta mole el pie tremendo,
monumentos humildes y arrogantes
tiemblan y caen y desparecen luego;
lo fértil y lozano
se seca y muere entre su yerta mano.


Allí donde se muestra portentosa
la vanidad del hombre y la pujanza,
apresurado acorre sepultando,
con baldón de su orgullo, en el abismo
profundo de la nada,
dioses y templos y soberbia airada.


De asolación y llanto se alimenta:
ni la acerba agonía, ni los ayes,
del que cansado de esperar fenece:
ni los férvidos ruegos que a herir suben
los dombos celestiales,
nos libran de sus garras infernales.


Las ciencias y las artes más sublimes,
los héroes y los genios que lograron
legar vano renombre a un mundo vano,
nuestros desvelos todos, nuestra vida
¿Qué son?... Tristes despojos
consagrados en ara a sus enojos.


Míseras ruinas que otro tiempo alzasteis
vuestra soberbia frente hasta las nubes,
en hombros del orgullo y la demencia,
al cielo y a la tierra amenazando,
arbitras de memoria,
respondedme ¿qué fue de vuestra gloria?


Lisonjeros relámpagos de fama,
prosperidad voluble y pasajera
gozaron las naciones un momento
mas voraces de bien las negras furias
del averno salieron,
y en el olvido eterno lo sumieron.


¿Dónde está Egipto y el saber y nombre,
que fueron maravilla a las edades,
y con eco monótono la historia
trasmite sin cesar de siglo a siglo?
Un instante brillaron
y en el caos de los siglos se engolfaron.


¿Qué importa que pirámides tuviese
con el sudor de esclavos fabricadas?
Que derramando el Nilo sus corrientes,
del limo fecundante enriquecidas,
sus comarcas bañase
y próvida la tierra se mostrase?


Si el mísero habitante embrutecido
por astutos hipócritas, ya sabios,
de religiosa máscara encubiertos,
yace sumido en fanatismo astroso,
y se humilla postrado
ante el ídolo torpe encadenado.


Los altos muros de Pelusa vieron
las pérsicas falanges extenderse
de inmundos animales precedidas; [2]
el Egipcio los ve, se hinca a adorarlos,
y sus armas entrega,
y su cerviz al opresor doblega.


En días de esplendor el Asia tuvo
imperios que a la tierra conturbaron,
y allí encontró la adulación rastrera
en coronados asesinos héroes,
y allí tembló el Romano
al renombre de un solo soberano. [3]

 
¿Mas qué fue de la fuerza y poderío
que al universo atónito asombraron?
Todo entre pompa feneció y deleites,
y aún el vigor del alma -allí ora esclavos
y molicie contemplo
entre las ruinas para grande ejemplo.


La Grecia libre fue de los tiranos
el inclemente azote justiciero,
y el foco de las luces y la gloria;
mas también a su vez la devoraron
la monstruosa anarquía
y la nefanda inicua tiranía.


Platea, Maratón y Salamina,
fueron vanos y estériles trofeos
a un ídolo sin culto consagrados [4]
por un pueblo ambicioso y corrompido
que al oro de un protervo
se vendió con baldón y se hizo siervo. [5]


Al ostracismo fulminó la envidia.
Y los brazos tremendos que en mil lides
las pérsicas falanges deshicieron,
sin patria, sin asilo, fugitivos,
inermes mancillaron
la gloria de la patria que salvaron.


Como huracán violento que repente,
se desata furioso en negra noche
de la sirte volcánica rugiendo,
y por el ancho espacio se dilata,
do quier despedazando
y estrago y ruinas y terror sembrando;


así el Águila audaz de los Romanos,
henchida de ambición y de pujanza,
con alas de terror cubre la tierra,
desolando, aterrando las naciones,
que doblan la rodilla
ante el fatal poder que las humilla.


Y altiva sobre ruinas asentando
en Asia, África, Europa los cimientos
de un imperio que eterno juzgaría,
con escarnio y baldón del universo,
ve desde el capitolio
medio mundo rendido ante su solio.


Pero a la vez los pueblos, fatigados
de la inicua opresión e indigno yugo,
sacuden la cerviz con fiero brío,
y se derroca al suelo que abrumaba
el inmenso coloso,
con estallido horrendo y espantoso.


Sobre su informe cuerpo los enjambres
de bárbaros se ceban, vengativos
como plagas de Dios que impele el soplo
de la muerte; lo escarnian, lo despojan,
y dan para escarmiento
hecha cenizas su corona al viento.


Ya víctores no suenan en el foro, [6]
ni poderosos reyes, ni caudillos
en la sangrienta lid avasallados,
o con perfidia negra seducidos,
el triunfador bizarro
arrastra en pos de su vistoso carro.



Do en otro tiempo el Águila soberbia
desplegaba sus alas sobre el mundo,
do asentaba sus bases el Olimpo, [7]
do triunfó Manlio del impío Galo, [8]
ya la tiara se ostenta
y al universo oprime y amedrenta.


El fanatismo entonces, cual si averno
lo forjara gigante en sus furores,
más terrible, más cruel, más sanguinario,
que cuanta plaga el mundo en sí encerrara,
encendió las naciones
que tremolan de Cristo los pendones.


Y su férvida lava derramando,
como un Etna, de Europa en las comarcas,
en tropel despertaron de los hombres
por religioso celo aguijoneadas,
las inmundas pasiones,
y al crimen arrastraron las naciones.


En Oriente desatan furibundas,
su saña, su ambición y fanatismo,
las cristianas legiones por enjambres, [9]
el blasón de la cruz y omnipotencia
aleves proclamando,
y el inclemente acero fulminando.


De sangre se atosigan, sobre montes
de ruinas y cadáveres caminan.
Sembrando, como el Ángel de la muerte,
do quier desolación, y recogiendo,
para homenaje santo
del Dios que vilipendian, sangre y llanto.


Los fieles del Islam vuelan, henchidos
de fanático ardor, a poner dique
al torrente impetuoso que amenaza
asolar de Mahoma el templo augusto;
y anhelando venganza
provocan al cristiano a la matanza.


Huye por fin el temerario bando,
que arrastró el fanatismo a mil maldades,
como fatal meteoro de la saña
huye del huracán, dejando sólo,
en su huella sangrienta,
padrones indelebles de su afrenta.


En tremendo luchar, por largos siglos,
procuraron su ruina mutuamente
fascinados los pueblos, las naciones,
y barbarie ominosa, sangre, muerte
y despotismo inmundo
inundaron los ámbitos del mundo.


Por largos siglos fanatismo y creencia
la tierra avasallaron, cual dos furias,
y entre fango de males sumergida
se encontró la razón, de donde fuera
el hombre descarriado
en el volver del tiempo arrebatado.


En las fojas fatídicas del tiempo,
con sanguinosas letras está escrito,
este fallo terrible del destino:
«Inacabable mal, mal sempiterno
pesará sobre el mundo
y la precita raza del profundo».


Sin que pueda valerle la soberbia,
ni el doloroso llanto, ni los ayes
para acallar su pálida conciencia,
al hombre que azorado, del vil lodo
la cabeza levanta,
y el inapeable abismo ve a su planta.


Notas del autor

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  1. Fragmento escrito en agosto de 1827. (N. del A.)
  2. Habiendo puesto largo tiempo las murallas de Pelusa dique a las conquistas de Cambises, hizo colocar este rey de los persas al frente de sus legiones un enjambre de animales que adoraban los egipcios; quienes al ver que sus Dioses patrocinaban la empresa de aquel tirano arrojaron las armas, y prefirieron la esclavitud al sacrilegio. (N. del A.)
  3. Mitridates el grande, rey del Ponto. (N. del A.)
  4. La libertad. (N. del A.)
  5. Filipo rey de Macedonia. (N. del A)
  6. Alúdese a las fiestas del triunfo destinadas a ensalzar las victorias de los generales romanos. (N. del A.)
  7. Tómase el Olimpo por el Capitolio morada de los Dioses. (N. del A.)
  8. Manlio Capitolino que salvó a Roma de los galos. (N. del A.)
  9. Alúdese a las Cruzadas. (N. del A.)