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Manojo de zarsas/Sonrisa de muerto

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Sonrisa de muerto

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Después de un lustro apenas cabizbajo,

torné a l'antigua selva:

entré; de pronto me detuvo un gajo

de una ya conocida madreselva.


Y así me habló: «¿Do vas? ¿no me conoces?

¿de mí ya no te acuerdas?

¿por qué muestra tu sien canas precoces

y tu dulce laúd, rotas las cuerdas?


«Poeta de las hondas desventuras

y de los versos tristes,

¿por qué lloras tan negras amarguras?

¿por qué de luto las estrofas vistes?


«¿Por qué vuelves tan sola? Tu adorada

¿en dónde está? Me asombra

no verla aquí, contigo, en la enramada,

dichosa como ayer bajo mi sombra.


«¿Acaso está olvidada en tu memoria

y de su imagen nada

queda, ni de su ser ni de su historia?»

Yo, impaciente, exclame: «¡No está

olvidada!»

«Tal vez ha muerto y de la tierra fría

llegó al último puerto?

¿Y por eso tú lloras noche y día?»

Yo pensativo respondí: « ¡No ha muerto!»


«¡No ha muerto?! ¡Vive?! Vive aún? ¿en

dónde?

¿sin ti?» No se concibe.

«¡Vive y vienes sin ella! ¿Tú? ¡Responde!»

Yo murmuré como soñando: «Vive».


Y te idolatra aún? te es fiel? –¿no es cierto?

–me dijo el fresco gajo

Yo sonreí como sonríe un muerto.

Y proseguí mi marcha… cabizbajo.