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Memorias de apariencias/A María el corazón

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Memoria de las apariencias que se han de hacer en los carros para la representación de las fiestas del Santísimo Sacramento este año de 1664, para el auto intitulado


A María el corazón.


El primer carro ha de ser una selva pintada de países y boscajes alegres y vistosos. Esta ha de tener en su primer cuerpo embebido el segundo, sin que se descubra nada dél, hasta que a su tiempo suba por elevación, y en ella se vea una casa a manera de ermita con su tejado a dos aguas, puerta y ventana, según la capacidad que la corresponda; ha de estar fundada como en el aire sobre nubarrones sembrados de serafines y de estrellas. A las cuatro esquinas desta casa han de subir con ella cuatro ángeles, niños pequeños, y delante de la fachada principal otro ángel, que le ha de hacer una mujer, de modo que lo que ha de verse es la casa lo más alta que pueda, así para que los ángeles se descubran como para que el principal que ha de estar delante, no la quite la vista. En habiendo subido todo junto sin dar vuelta, los cinco ángeles han de desaparecer dejando la casa descubierta hasta que a su tiempo vuelvan a subir por ella, y dando una y más vueltas se mueva todo junto y desaparezca, quedando el carro como estaba en su principio.

El segundo carro ha de ser una montaña bruta, pintada de riscos y asperezas. Del primer cuerpo della (abriéndose en dos mitades que con faldones salven las barandillas para que sin quitar la vista puedan doblarse a los costados) ha de salir una hidra grande, cuanto pueda dar la capacidad, con siete cabezas coronadas, de cuyas bocas han de salir siete bandas o colonias que puedan traer en las manos siete personas que han de venir como tirando de ella. Ha de estar fundada sobre una tarimilla de rueda, de modo que, gobernada por la parte de adentro, pueda salir hasta la mitad del tablado de la representación con una mujer que ha de venir sentada en ella y retirarse en habiéndose apeado. El segundo cuerpo deste carro se ha de abrir después en bastidores, y verse dentro dél otra casa como su primera, con los mismos tamaños, nubes y serafines, con diferencia de que esta ha de estar fija y no han de aparecer los ángeles en ella, sino en lugar suyo dos hombres que por un lado y otro puedan salir y entrar teniendo capacidad para representar delante de su puerta.

El tercer carro ha de ser una galera con sus árboles, jarcias y remos fundada sobre juego que pueda dar una o más vueltas.

El cuarto carro ha ser una fábrica enriquecida en su pintura de jaspes, mármoles y bronces que signifique lo más que pueda templo suntuoso con su media naranja y capitel. La fachada de este templo ha de caer toda sobre el tablado de la representación, dejando hecha una escalera de su misma arquitectura, lo más capaz que pueda, y con fortaleza para poder subir por ella. En lo eminente deste carro se ha de ver un retablo de altar con sus columnas, compartimientos y demás adornos, y en el nicho principal una imagen de Nuestra Señora, de talla, con el Niño en brazos, y en el altar hostia y cáliz con su araceli, y todo lo más adornado que se pueda.

Don Pedro Calderón de la Barca.