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Memorias de apariencias/El viático cordero

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Memorias de las apariencias que se han de hacer en los carros para la representación de las fiestas del Santísimo Sacramento, en el auto intitulado


El viático cordero.


El primer carro ha de ser una columna que embebida en el primer cuerpo se eleva a su tiempo, teniendo por remate sobre su capitel una nube; esta se ha de abrir cayendo las hojas de manera que hagan una arandela como de taza de fuente, y verse dentro de ella una mujer, la cual sobre otra elevación ha de subir hasta descubrir toda ella. Ha de dar vuelta en redondo y cubrirse a su tiempo. La pintura deste carro ha de ser un peñasco áspero y el color de la nube son sombras oscuras, pero no por eso dejen de tener hermosura.

El segundo carro ha de ser una fachada de fábrica; esta ha de caer toda sobre una escalera de fábrica también, que ha de estar fija en el corredorcillo de la representación con sus puertas a los lados, de manera que hagan perspectiva a lo despegado del carro.

La fachada que ha de caer sobre este descanso ha de traer fija una mesa del tamaño bastante para dejar a uno y otro lado lugar a los que coman en ella; ha de venir adornada de manteles que lleguen al suelo, y en ella clavados platos, candeleros y luces y demás adornos de mesa. Los tres platos de enmedio han de ser: dos con lechugas, y uno, mayor, con un cordero, que parezca que está asado, y en algunas partes unos panecillos naturales que puedan partirse y comer de ellos. Esto se ve a la primera vez que se abre, y a la segunda se ha de ver la mesa con un peñasco encima, y sobre leña un cordero como los pintan en los sacrificios, y por elevación detrás dél ha de salir un niño en una cruz.

El tercer carro ha de ser una fábrica como la del segundo, con diferencia a que no caiga su fachada sobre escalera, sino sobre columnas o pilastras. Lo que se ha de ver en ella ha de ser otra mesa de altar con su araceli de serafines y más adornos de gloria que puedan imitarse. Debajo de este araceli ha de haber un cáliz con su hostia grande. Ha de ser recortado, porque por detrás dél pueda salir también en otra elevación un niño, y adviértase que este carro no se abre más que una vez, y que él y el que le responde han de ser fábrica enriquecidos con sus remates lo más bien adornados que se pueda.

El cuarto carro ha de ser otra columna y nube como el primero, con diferencia solo de que la pintura de su peñasco, columna y nube ha de ser de fuego, con estrellas, rosas y flores y en la nube algunos serafines. Tiene el mismo movimiento que la primera. Don Pedro Calderón de la Barca.

Demás de lo que toca a la fábrica de los carros que es lo que se fija en ellos, se advierte que se ha de sacar a mano lo siguiente:

Un reloj de sol pintado en cartones a dos haces, la una con los números y muestra y la otra con un sacramento. Este ha de estar fundado sobre un pie de velador que puesto enmedio del tablado pueda dar vuelta en redondo; y de cada número de las horas ha de salir un listón rojo capaz a que los que representan tirando de ellos puedan esparcirse por el tablado.

Mas ha de haber para la mano un árbol natural con algunas ramas, y buscarle el que más parezca que hace una cruz, y del tamaño que pueda un hombre llevarle en las manos. Ha de estar en la barandilla de uno de los carros de las nubes, despegado de los lienzos, de suerte que como que le arrancan puedan echarle en el suelo; y para la correspondencia habrá otros árboles y ramas en el mismo corredorcillo y en el de la otra nube que le corresponde.