Mensaje del Primer Triunvirato (25 de Septiembre de 1811)
de las Provincias del Río de la Plata
Despues de una eleccion meditada, nos confiaron el depósito del poder executivo, que con tanto acierto habiais colocado en sus manos. La aceptacion de un cargo tan superior á nuestras fuerzas fue el resultado del convencimiento, de que el primer deber de un ciudadano es la obediencia á las autoridades constituidas. No hay libertad sin orden, ni orden sin dependencia.
Estaría de mas aseguraros la consagracion de todos los instantes de nuestra existencia á la felicidad de la patria. ¡Ojalá que el exito de nuestros desvelos nos haga dignos de la confianza del poder, que nos han delegado vuestros representantes! La empresa está rodeada de dificultades: pero inferiores todas á la energía de un pueblo grande, que ha jurado ser libre, y morir por su juramento, antes que sucumbir á los esfuerzos vacilantes de la tiranía.
Todos los ramos de la administracion del gobierno recibirán nueva forma, ó nueva direccion. Los exércitos de la patria se organizarán sobre un pie de rigurosa disciplina. La justicia será administrada con arreglo á sus verdaderos principios. No habrá ya una diferencia con nuestros hermanos los europeos sobre la participacion de los bienes sociales. Solo el crímen será objeto del castigo, como la virtud del premio. La libertad de pensar, se respetará como el don mas precioso de la naturaleza, y el gobierno no será menos reconocido al ciudadano que le ilustre con sus luces, que al que le manifieste los errores de sus decretos. Baxo este sistema de orden, y de justicia es seguro el exito de una causa sagrada, en que solo tratamos de la defensa de nuestra existencia política, y de la conservacion de los derechos augustos del mejor de todos los Reyes. Tal vez será necesario subscribir á algunos sacrificios ¿pero que objeto mas digno de todos nuestros obsequios?
Vuesta felicidad está en vuestras propias manos. La salvacion de la patria pende de la actividad de un buen gobierno, y esta de la pronta execucion por parte de los pueblos que obedecen. Donde no hay subordinacion, no hay gobierno; y sin gobierno, viene á ser una nacion como una table en medio del Océano. Obrando de concierto, no lo dudeis, nuestro será el triunfo, nuestra la victoria.
Ea compatriotas, ciudadanos ilustres, pueblos libres de la América del Sud, no desmayeis en la mitad de la carrera. Corred al templo de la gloria, donde la fama erigirá un altar á vuestra constancia heroyca. Perezcamos todos, ó desaparezca para siempre de nuestros suelo el trono de la tiranía.
Buenos-Ayres 25 de setiembre de 1811.