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Metafísica/Libro VIII

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Metafísica
de Aristóteles
Libro VIII [Η · 1042a-1045b]

Sumario del Libro VIII

Parte I - Parte II - Parte III - Parte IV - Parte V - Parte VI

Parte I

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Necesitamos ahora deducir las consecuencias de lo que hemos dicho, y resumiendo sumariamente cada punto llegar a la conclusión. Hemos dicho que el objeto de nuestras indagaciones era averiguar las causas de las sustancias, sus principios y sus elementos. Entre las sustancias hay unas que son universalmente admitidas; otras, por el contrario, sólo son reconocidas por algunos filósofos. Las sustancias universalmente admitidas son las físicas, como, por ejemplo, el fuego, la tierra, el agua, el aire y los demás cuerpos simples; después las plantas y sus partes, los animales y las partes de los animales; en fin, el cielo y las partes del mismo. Las sustancias admitidas sólo por algunos filósofos, son las ideas Y los seres matemáticos. Hay también, como hemos mostrado, otras sustancias, que son la forma sustancial y el sujeto. Además hemos dicho que el género es sustancia más bien que las especies, y lo universal más que lo particular; las ideas son análogas a lo universal y al género, porque por el mismo motivo se las considera como esencias.

Siendo la forma sustancial una esencia, y estando su noción encerrada en la definición y el ser en sí. Y como la definición es la expresión de la noción del ser, y esta noción tiene partes, era necesario ocuparse de las partes, ver cuáles son partes de la sustancia y cuáles no y, por último, si hay identidad entre las de la sustancia y las de la definición.

Después hemos visto que ni lo universal ni el género eran sustancias. De las ideas y de los seres matemáticos nos ocuparemos más tarde; pues algunos hacen de ellas sustancias independientes de las sustancias sensibles. Ocupémonos ahora de las sustancias unánimemente reconocidas. Estas son las sustancias sensibles, y todas las sustancias sensibles tienen una materia: el sujeto es una sustancia, ya se le considere como materia, y por materia entiendo lo que es en potencia tal ser determinado, pero no en acto; ya se le considere como forma y figura del ser, es decir, esta esencia que es separable del ser, pero separable sólo por el pensamiento. En tercer lugar viene el conjunto de la materia y de la forma, único que está sometido a producción y a destrucción, y único que es completamente separable. Porque entre las sustancias que no hacemos más que concebir hay unas que son separables, otras que no.

Es, por tanto, evidente que la materia es una sustancia; porque en todos los cambios de lo contrario a lo contrario hay un sujeto sobre el cual se opera el cambio: y así, en los cambios de lugar, lo que ahora está aquí más tarde estará en otra parte; en los cambios por aumento y disminución, lo que ahora tiene tal magnitud será más tarde menor o mayor; en los cambios por alteración, lo que hoy está sano mañana está enfermo; y de igual modo, por lo que respecta a la sustancia, lo que ahora se produce más tarde se destruye, el que es actualmente sujeto como ser determinado será más tarde sujeto por privación. Todos los demás cambios acompañan siempre a este último, la producción y la destrucción; éste, por lo contrario, no se encuentra necesariamente unido a d de que upa un lugar, esté sujeta otros. Porque no hay necesidad de que porque tenga un ser una materia que ocupa un lugar, esté sujeta una materia a producción y destrucción. ¿Qué diferencia hay entre la producción simple y la que no lo es? Esto es lo que hemos explicado ya en los tratados relativos a la Naturaleza.


Parte II

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Puesto que hay acuerdo unánime [con relación a] a la sustancia considerada como sujeto y como materia, y que esta sustancia sólo existe en potencia, nos resta decir cuál es la sustancia en acto de los objetos materiales.

Demócrito, al parecer, cree que hay entre los diversos objetos tres diferencias esenciales: el cuerpo, sujeto común en tanto que materia, es uno e idéntico; pero los objetos difieren o por la configuración, es decir, la forma, o por la estructura, que es la posición, o por la colocación, es decir el orden. Pero hay, al parecer, un gran número de diferencias; y así ciertas cosas resultan de una composición material, por ejemplo, las que provienen de la mezcla, como el aguamiel; en otras entran las clavijas, como en un cofre; en otras las ataduras, como en un manojo; en otras la cola, como en un libro; y en algunos objetos entran varias de estas cosas a la vez. Para ciertas cosas solo hay diferencia de posición, como el umbral de la puerta y el coronamiento; diferencia de tiempo: el comer y el cenar; diferencia de lugar; los vientos. Los objetos pueden diferir también por las cualidades sensibles, la dureza y la blandura, lo denso y lo poroso, lo seco y lo húmedo; unos difieren en algunas de estas relaciones y otros en todas a la vez. En fin, puede haber diferencia en más o en menos. Es evidente, en vista de todo esto, que el ser se tomará en tantas acepciones como diferencias hemos señalado: tal objeto es un umbral de puerta, porque tiene tal posición; ser respecto de él significa estar colocado de tal manera. Ser hielo significa, respecto del agua, tener tal densidad. En algunas circunstancias, el ser estará determinado por todas estas diferencias a la vez, por la mezcla, la composición, el encadenamiento, la densidad y todas las demás: por ejemplo, la mano y el pie. Necesitamos, por tanto, tomar los géneros de las diferencias, y estos géneros serán los principios del ser. Y así lo más grande y lo más pequeño, lo denso y lo raro, y otros modos análogos pueden referirse a un mismo género; porque todo se reduce al más y al menos. La forma, lo liso, lo áspero, se pueden reducir a lo recto y a lo curvo. Respecto de otros objetos, ser equivaldría a ser mezclado; lo contrario será el no-ser.

Es evidente, según esto, que si la sustancia es la causa de la existencia de cada ser, en la sustancia es donde es preciso buscar cuál es la causa de la existencia de cada una de estas diferencias. Ninguna de estas diferencias es sustancia, ni tampoco lo es la reunión de muchas de estas diferencias: tienen, sin embargo, con la sustancia algo de común. Así como tratándose de sus sustancias, cuando se quiere hablar de la materia, por ejemplo, se habla siempre de la materia en acto, lo mismo y con más razón sucede con las demás definiciones: y así, si se quiere definir el umbral, se dirá que es una piedra o un pedazo de madera dispuesto de tal manera; si de una casa, que son vigas y ladrillos dispuestos de cierto modo. Se define también algunas veces por el fin. Por último, si se quiere definir el hielo, se dirá que es el agua congelada, condensada de tal manera. Un acorde músico será cierta mezcla del sonido agudo y del sonido grave; y lo mismo sucederá en todo lo demás. De aquí resulta claramente que para las diferentes materias hay diferentes actos, nociones diversas: el acto es para la una la composición, para la otra la mezcla, o alguno de los demás caracteres que hemos señalado. De donde sigue que los que definen una casa, diciendo que es piedra, ladrillos, madera, hablan de la casa en potencia, porque todo esto es la materia; los que dicen que es un abrigo destinado a refugiarse los hombres y guardar los muebles, o determinan algún otro carácter de este género, éstos definen la casa en acto. Los que reúnen estas dos especies de caracteres definen la tercera sustancia, el conjunto de la materia y de la forma (en efecto, la definición por las diferencias al parecer es la definición de la forma y del acto: aquella que sólo recae sobre el objeto constitutivo, es más bien la definición de la materia). Las definiciones que ha hecho Arquitas son de este género: recaen sobre el conjunto de la forma y de la materia. Por ejemplo ¿qué es la calma? Es el reposo en la inmensidad de los aires. El aire es, en este caso, la materia, y el reposo es el acto y la esencia. ¿Qué es la bonanza? Es la tranquilidad del mar: el sujeto material es el mar, el acto y la forma es la tranquilidad.

Se ve claramente, después de lo que hemos dicho, qué es la sustancia sensible y en cuántos sentidos se toma; es la materia, o la forma cuando hay acto o, en tercer lugar, el conjunto de la forma y de la materia.


Parte III

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No conviene olvidar que a veces no se puede reconocer si el nombre expresa la sustancia compuesta, o solamente el acto y la forma; por ejemplo, si casa quiere decir el conjunto de la forma y de la materia; un abrigo compuesto de ladrillos, maderas y piedras dispuestas de tal manera; o solamente el acto y la forma; un abrigo. Línea ¿significa la díada en longitud o simplemente la díada? Animal ¿expresa el alma en un cuerpo o simplemente el alma? Porque el alma es la esencia y el acto de un cuerpo. En uno y otro caso podrá decirse animal; pero será en dos sentidos diferentes, aunque ambos se refieren a algo común. Esta distinción puede ser útil en otro concepto; más en nuestras indagaciones sobre la sustancia sensible es inútil, porque respecto a la esencia siempre hay forma y acto. Hay identidad entre alma y forma sustancial del alma. Pero no hay identidad entre hombre y forma sustancial del hombre; a menos, sin embargo, que por hombre se quiera entender sólo el alma. De esta manera hay identidad en un sentido, y en otro no.

Si se reflexiona no se dirá que la sílaba resulte de los elementos y de la composición; que en la casa hay ladrillos y composición; y con razón, porque la composición, la mezcla, no son cosas que se unan a los seres compuestos y mezclados. Y lo mismo sucede en los demás casos: y así, a causa de la posición es tal cosa un umbral; pero la posición no es cosa extraña al umbral, más bien lo contrario. En igual forma el hombre no es el animal, y es bípedo; pero es preciso que además de esto haya algo, si se toman el animal y el bípedo como materia. Este algo no es un elemento, ni proviene de un elemento: es la esencia, aquello que, suprimido, sólo deja subsistente la materia indeterminada. Luego, si esta esencia es la causa de la existencia, si es la sustancia, a ella debe darse el nombre de sustancia, La esencia debe ser necesariamente eterna, o bien perecer en un objeto, sin perecer ella por esto; o producirse en un ser, sin estar ella misma sujeta a la producción. Hemos probado y demostrado más arriba, que nadie produce la forma; que no nace, y que solamente se realiza en un objeto. Lo que nace es el conjunto de la materia y de la forma.

Si están separadas las sustancias de los seres perecederos, no es aún una cosa evidente. Sin embargo, sí lo es que respecto a algunos seres no puede ser así, como sucede con los que no pueden tener existencia fuera de lo particular, por ejemplo, una casa, un vaso. Quizá estos objetos no son verdaderamente sustancias, quizá debe decirse que la forma natural es la única sustancia de los seres perecederos.

Esto no da ocasión para resolver la objeción hecha por la escuela de Antístenes y por otros ignorantes de esta especie. Dicen que no se puede definir la forma sustancial, porque la definición es una larga serie de palabras; que se puede muy bien dar a conocer cuál es la cualidad de un objeto, la de la plata, por ejemplo; pero no decir en qué consiste: podrá decirse que la plata es análoga al estaño. Ahora bien, resulta de lo que hemos dicho que hay sustancias respecto de las que son posibles la noción y la definición; éstas son las sustancias compuestas, sean sensibles o inteligibles. Pero no se pueden definir los elementos primeros de estas sustancias, porque definir una cosa es referirla a otra. Es preciso que haya en toda definición, de una parte la materia, de la otra la forma.

Es evidente igualmente que las sustancias, si son números, es a título de definición, y no, según la opinión de algunos, como compuestas de mónadas. La definición, en efecto, es una especie de número (es divisible como el número en partes indivisibles, porque no hay una infinidad de nociones en la definición); hay, pues, bajo esta relación, analogía entre el número y la definición. Y así como si se quita alguna de las partes que constituyen el número, o si se añade, no se tiene ya el mismo número, sino uno diferente, por pequeña que sea la parte añadida o quitada, así la forma sustancial no queda la misma, si de ella se quita o se añade algo.

Además, es preciso que haya en el número algo que constituya su unidad, y los que le componen con mónadas no pueden decirnos en qué consiste esta unidad, si él es uno. Porque, o el número no es uno, y se parece a un montón o, si es uno, es preciso que se nos diga lo que constituyen la unidad de la pluralidad. En igual forma la definición es una; pero tampoco pueden afirmarlo, y es muy natural. Es una por la misma razón que el número; no, como dicen algunos, en tanto que mónada o punto, sino porque cada esencia es un acto, una naturaleza particular. Y así como el número, si permanece el mismo, no es susceptible de más o de menos, lo mismo sucede con la sustancia formal; sin embargo, unida a la materia, es susceptible de más o menos.

Bástenos con lo dicho por lo que hace a la producción y destrucción de las sustancias. Hemos expuesto claramente en qué sentido se puede decir que hay o no posibilidad de producción, y cuál es la analogía entre definición y número.


Parte IV

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En cuanto a la sustancia material, es preciso no perder de vista que si todos los objetos vienen de uno o de muchos elementos primeros, y si la materia es el principio de todos los seres materiales, cada uno, sin embargo, tiene una materia propia. Así la materia inmediata de la flema es lo dulce y craso, la de la bilis lo amargo, o cualquier otra cosa de este género; pero quizá estas diversas sustancias proceden todas de una misma materia. Un mismo objeto puede tener muchas materias, cuando una de estas viene de otra, y en este sentido es como podrá decirse que la flema viene de lo craso y de lo dulce, si lo craso viene de lo dulce. La flema, en fin, podrá venir de la bilis, mediante la resolución de la bilis en su materia prima. Porque una cosa viene de otra de dos maneras: puede haber producción inmediata o bien producción después de la resolución de la una en sus primeros elementos.

Es posible que de una sola materia provengan objetos diferentes, en virtud de una causa motriz diferente. Y así de madera pueden provenir un cofre, una cama. Sin embargo, hay también objetos cuya materia debe necesariamente ser diferente; no se puede hacer una sierra con madera; la causa motriz no hará nunca una sierra con lana o madera, si es posible producir las mismas cosas con materias diferentes, es preciso que en este caso el arte, el principio motor, sea el mismo, porque si la materia y el motor difieren a un tiempo, el producto será también diferente.

Cuando se quiera, por tanto, estudiar las causas, será preciso enumerar todas las causas posibles, puesto que la causa se entiende de diferentes maneras. Así ¿cuál es la causa material del hombre? Los menstruos. ¿Cuál es la causa motriz? La esperma, quizá. ¿Cuál es la causa formal? La esencia pura. ¿Cuál es la causa final? El fin. Quizá estas dos últimas causas son idénticas. Es preciso también tener cuidado de indicar siempre la causa más próxima; si se pregunta, por ejemplo, cuál es la materia, no responder el fuego o la tierra, sino decir la materia propia. Tal es, [con relación] a las sustancias físicas sujetas a producción, el orden de indagación que necesariamente debe seguirse, si se quiere proceder en debida forma, puesto que tal es el número y tal la naturaleza de las causas, y lo que es preciso conocer son las causas.

En cuanto a las sustancias físicas eternas es preciso proceder de otra manera; porque algunas quizá no tienen materia, o por lo menos su materia no es de la misma naturaleza que la de los demás seres, y sólo es móvil en el espacio. Tampoco hay materia en las cosas que, aunque producciones de la naturaleza, no so sustancias; su sustancia es el sujeto mismo que es modificado Por ejemplo, ¿cuál es la causa, cuál es la materia del eclipse? No la hay, y sólo la Luna experimenta el eclipse. La causa motriz, la causa de la destrucción de la luz, es la Tierra. En cuanto a la causa final, quizá no la hay. La causa formal es la noción misma del objeto, pero esta noción es vaga, si no se le une la de la causa productora. Y así, ¿qué es el eclipse? Es la privación de la luz. Se añade: esta privación resulta de la interposición de la Tierra entre el Sol y la Luna; esto es indicar, al definir el objeto, la causa productora. No se sabe cuál es, en el sueño, la parte que es primero afectada. ¿No es el animal? Sí, sin duda, pero el animal en una de sus partes; ¿cuál es esta parte, asiento primero de la afección? Es el corazón o cualquiera otra parte. En seguida hay que examinar la causa motriz; después en qué consiste esta afección de una parte, que no es común al todo. Se dirá, ¿qué es tal especie de inmovilidad? Muy bien; pero esta inmovilidad, es preciso añadir, proviene de que el asiento primero del sueño ha experimentado cierta afección.


Parte V

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Hay seres que existen o no existen, sin que haya para ellos producción, ni destrucción: como los puntos, si hay realmente puntos: y también las formas y las figuras. No es lo blanco lo que deviene, es la madera la que deviene o se hace blanca. Y todo lo que se produce proviene de algo; y se hace o deviene algo. De aquí se sigue que los contrarios no pueden provenir todos los unos de los otros. El hombre negro se hace un hombre blanco de otra manera que lo negro se hace blanco. Tampoco tienen los seres una materia, sino sólo aquellos para los que hay producción, y que se transforman unos en otros. Todos aquellos seres que existen o no, sin estar sujetos a cambio, no tienen materia.

Pero ocurre una dificultad. ¿Cómo se relaciona la materia de cada ser con los contrarios? Cuando el cuerpo, por ejemplo, tiene la salud en potencia, siendo la enfermedad lo contrario de la salud, ¿es que se encuentran en potencia una y otra en el cuerpo? ¿Es en potencia como el agua es vinagre y vino? ¿O bien uno de los contrarios constituye el estado habitual y la forma de la materia, mientras que el otro no es más que una privación, una corrupción contra la naturaleza? Otra dificultad es la de saber por qué el vino no es ni la materia del vinagre ni el vinagre en potencia, por más que sea del vino de donde provenga el vinagre. ¿Y el ser vivo es un cadáver en potencia, o bien no lo es, y toda destrucción es tan sólo un accidente?

Pero la materia del animal es en potencia el cadáver por el hecho de la destrucción, y es el agua la materia del vinagre. El vinagre y el cadáver vienen del agua y del animal, como la noche viene del día. En todos los casos en que hay, como en éste, transformación recíproca, es preciso que en la transformación los seres vuelvan a sus elementos materiales. Para que el cadáver se haga un animal, debe por lo pronto pasar de nuevo por el estado de materia; y después, mediante esta condición, podrá hacerse un animal. Es preciso que el vinagre se cambie en agua para hacerse vino


Parte VI

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Hemos indicado una dificultad relativamente a las definiciones y a los números. ¿Cuál es la causa de la unidad? Porque la unidad de lo que tiene muchas partes, cuya reunión no es una especie de montón, cuyo conjunto es algo independiente de las partes, tiene sin duda una causa.

La causa de la unidad de los cuerpos es, según unos, el contacto; según otros, la viscosidad o cualquiera otra modificación de este género. En cuanto a la definición, es un discurso que es uno, no a la manera de la Ilíada a causa del encadenamiento, sino mediante la unidad del ser definido. ¿Qué es lo que constituye la unidad del hombre y por qué es uno y no múltiple, animal y bípedo, por ejemplo, sobre todo si hay, como algunos pretenden, un animal en sí y un bípedo en sí? ¿Por qué el hombre en sí no será lo uno y lo otro, existiendo los hombres a causa de su participación, no es un solo ser, el hombre en sí, sino en dos seres en sí, el animal y el bípedo? En la hipótesis en que hablamos, el hombre no puede absolutamente ser uno; es varios, animal y bípedo. Se ve, por tanto, que con esta manera de definir las cosas y de tratar la cuestión, es imposible mostrar la causa y resolver la dificultad. Pero si hay, según nuestra opinión, de una parte la materia, de otra la forma, de una el ser en potencia, de otra el ser en acto, tenemos, al parecer, la solución que buscábamos.

Si se da el nombre de vestido al cilindro de bronce, no ofrecería embarazo la dificultad. Entonces la palabra vestido representaría lo que contiene la definición. Sería preciso indagar cuál es la causa de la unidad del ser, del cilindro y del metal, cuestión que se resuelve por sí misma: el uno es la materia, el otro la forma. ¿Cuál es, pues, independiente del agente, la causa que hace pasar de la potencia al acto los seres respecto de los que tiene lugar la producción? No hay otra que la que hemos dicho, que haga que la esfera en potencia sea una esfera en acto: de la esfera, como del hombre, lo es la esencia individual.

Hay dos clases de materia, la materia inteligible y la sensible y, en toda definición, en ésta, el círculo es una figura plana, hay la materia de una parte, el acto de la otra. En cuanto a las cosas que no tienen materia ni inteligible ni sensible, cada una es una unidad inmediata, una unidad pura y simple, y cada una pertenece al ser propiamente dicho. Tales son la esencia, la cualidad, la cuantidad, etcétera. Por esto no entran en las definiciones ni el ser ni la unidad. La forma sustancial es igualmente una unidad pura y simple, un ser propiamente dicho. Para estas cosas no hay ninguna causa extraña que constituya su unidad ni su ser; cada una de ellas es por sí misma un ser y una unidad, no porque tengan un género común ni porque tengan una existencia independiente de los seres particulares.

Hay algunos que, para resolver esta cuestión de la unidad admiten la participación; pero no saben, ni cuál es la causa de la participación, ni lo que es particular. Según otros, lo que forma la unidad es el enlace con el alma: la ciencia, dice Licofrón, es el enlace del saber con el alma. Otros, en fin, dicen que la vida es la reunión, el encadenamiento del alma con el cuerpo. Lo mismo puede decirse de todas las cosas. La salud será en este caso el enlace, el encadenamiento, la reunión del alma con la salud; el triángulo de metal la reunión del metal y del triángulo; lo blanco la reunión de la superficie y de la blancura.

La indagación de la causa es la que produce la unidad de la potencia y del acto, y el examen de su diferencia es lo que ha dado origen a estas opiniones. Ya dijimos: la materia inmediata y la forma son una y sola cosa, sólo que la una es el ser en potencia, y la otra el ser en acto. Indagar la causa de la unidad y de la forma sustancial, es indagar lo mismo. Porque cada unidad individual, sea en potencia, sea en acto es, desde este punto de vista, la unidad. No hay otra causa de unidad que el motor que hace pasar los seres de la potencia al acto. Respecto a los seres que no tienen materia, no son todos ellos más que pura y simplemente seres.