Mezclilla: 50

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III[editar]

Si el Diccionario cree (pase ahora, y siempre, el tropo) que debe estudiar las preposiciones inseparables, tomadas de otras lenguas, y que entran en composición para formar vocablos castellanos, ¿por qué no incluye en sus columnas (las del Diccionario), todas las preposiciones que reúnen estas condiciones, a saber: ser griegas o latinas, inseparables en castellano, y de hecho parte de vocablos españoles? Sí, señor Quintilius; doy por bueno que hace bien en admitir esas partículas, pero entonces, ¿por qué no las admite? ¿Por qué acoge unas y desecha otras? Por pura arbitrariedad. Mejor, por puro descuido; porque el Diccionario no es, hasta ahora, un libro escrito con verdadera unidad de pensamiento; porque, como a mí propio me decía un ilustre académico, que sabe de veras griego y latín, el Diccionario es muy grande y no hay quien lo lea entero, sobre todo teniendo otras cosas que hacer. Este es el misterio. Se va a ver demostrado que la Academia, en esto de las partículas, o, mejor, preposiciones inseparables de que se trata o sigue más criterio que el de no seguir ninguno. Prueba al canto, como dice Quintilius.

Empiezala Academia por el segundo cañonazo, esto es, por ab.

Y dice: «Ab (del latín ab), prep. insep. que denota», etc. (Ya volveremos a lo que denota.) Pues si con tanto aparato nos habla de ab, ¿por qué no habla antes de a, que también es preposición inseparable y denota, etc., etc.?) ¿Porque no está tomada del latín, sino del griego? No, por eso no; porque también incluye preposiciones inseparables tomadas del griego, v. gr., , y hace bien, porque sería una arbitrariedad, dado el sistema, no incluir las partículas griegas, que sirven para formar palabras castellanas tomadas directamente del griego.

El mismo derecho que y ab, tiene . ¿Será porque con ab se componen muchas palabras españolas y con a, partícula griega privativa, se componen pocas? Tampoco debe de ser por esto porque sería una barbaridad, hablando mal y pronto. Aparte de que a, como tal partícula griega y con tal sentido, entra en bastantes vocablos españoles, v. gr.: acéfalo, acromático, afasia, afonía, afono, ateísmo, ateo, etc., etc.; aparte de esto, sería absurdo aplicar aquí un criterio puramente cuantitativo, y sería renovar la cuestión ociosa del sofista: ¿cuántos granos de trigo se necesitan para hacer un montón de trigo? Pero no haya miedo no es este criterio el del Diccionario, porque, absurdo y todo, sería un criterio, y el Diccionario no tiene, en tal materia, ni eso. En efecto, ya veremos cómo prescinde también de otras partículas inseparables que entran en composición para hacer muchas voces, v. gr., (día) (para) (cata), etc., en griego, y cis juxta, infra, pr, etc., en latín; y en cambió incluye citra, que no le sirve más que para una sola palaba compuesta, y ob, que no le sirve para muchas. En suma, en este punto no hay regla ninguna; ni el ser latinas las partículas, pues las admite griegas, ni el servir para muchos vocablos, pues prescinde de las que entran a componer muchísimos, y admite otras que sirven para pocos y hasta para uno solo. ¿No he dicho bien, Sr. Quintilius, al decir que el Diccionario, en este punto que a usted le parece tan interesante, no tiene más criterio, bueno ni malo, que el de no tener ninguno, que es pésimo?

Pero volvamos a nuestra a, que aún está el rabo por desollar. Al hablar de a como preposición castellana dice en la última acepción: «También se usa como prefijo de vocablos compuestos. Acoger, avenir». Por lo pronto, se ve que no se trata aquí de nuestra a , prep. insep. privativa; bueno, conste por si acaso. Pero además, al decir eso que dice nuestro Diccionario, ya que a veces da tanta importancia al origen de las palabras y sus elementos, ¿no podría añadir que esa a prejija suele ser ad, de que habla más adelante, suprimida la d por razones fonéticas? El mismo Diccionario, en multitud de vocablos en que a representa ad en composición, tiene buen cuidado de advertirlo: ¿por qué no lo dice ahora, que es cuando mejor vendría? Aquí sí que hay sistema. El Diccionario tiene el sistema del capricho; de las varias formas que pueda tener una preposición, no se presta atención más que a una en a (delante de consonantes, y en composición) y a ad, que son la misma cosa en composición; sólo atiende a ad y en a(delante de consonantes) y ab, que son la misma cosa, sólo atiende a ab. Se me dirá que en este sentido a (que no es griega, sino latina) no sirve para hacer vocablos castellanos en vez de ab; es cierto. Pero es el caso que ab, que según el Diccionario es inseparable, resulta a los pocos renglones separada, pues se dice: «Empléase aislada (este aislada es peor que el sola de Escalada, señor Quintilius) en locuciones latinas que tienen uso en nuestro idioma. Ab terno, ab initio». Corriente, ya estudiaremos después la gracia de estas locuciones latinas que tiene uso en nuestro idioma. Pero demos ahora por hecho que este disparate no lo es; admitamos que ab terno y ab initio, sin dejar de ser latín, son castellano, especie de hipótesis gramatical muy divertida.

Pues siendo así, y resultando que ab inseparable puede separarse, el Diccionario debió indicar a (por ab delante de consonantes) pues si se dice (ab terno, ab initio, ab ovo el Diccionario lo pone más adelante) también se dice y no menos a menudo, y aun más que ab terno y, sobre todo, que ab ovo esto otro: a nativitate, a priori, a posteriori, etc., etc. Aquí a es lo mismo que ab, sólo que se suprime la b porque sigue consonante.

Resumen de todo lo anterior:

Que el Diccionario, ya que quiere hilar delgado en materia de preposiciones y partículas extranjeras, debió incluir antes de ab, todo esto:

A. (del griego a) part. insep. privativa. (Ésta sobre todo).

A. (del latín a, por ad, delante de consonante en composición) part. insep.

A. (del latín a, por ab, delante de consonante) part. que no se usa en composición, pero sí para hacer el milagro de hablar en latín y en español a la vez.

Todo esto exigía la lógica.

Y dejemos ya la a, pero no ab (porque esto nunca se acaba).

Ab dice el Diccionario que denota más comúnmente separación, como en abjurar; plenitud de acción, como en absorber... ¡Alto el carro! Si denota plenitud de acción en absorber, no cabe decir: «Tal objeto absorbió parte del agua que estaba en el vaso». Si el objeto ese quiere cumplir como bueno, tiene que sorberse todo el líquido: vamos, que no cabe absorber un poco. Y si no significa eso plenitud de acción, ¿qué significa? El mismo Diccionario, después, donde define el verbo absorber, no habla de plenitud de acción... hasta que llega a la acepción figurada de la palabra «fig. consumir enteramente».

¡Oh, señar Quintilius, no neguemos que Tello manda bastante en la Academia! Lo que hay aquí es, que el Diccionario no define el significado de las palabras compuestas por la modificación que en ellas causa el significado de la partícula, sino el de la partícula por el que el uso ha dado al compuesto. Y para este viaje no necesitábamos alforjas.

Pero aún no se ha concluido la materia que suministra este ab, a quien yo me atreveré a llamar voquible.

¿Conque ab terno y ab initio son locuciones latinas que tienen uso en nuestro idioma? Pues de aquí se saca que, en adelante, el que no sepa latín no puede hablar en castellano. Ya lo saben la mayor parte de los españoles; ellos que no saben hablar ni leer siquiera latín, no saben hablar su propia lengua. Prueba al canto. El que no sepa leer latín, si se encuentra con ab terno, no sabe leerlo; y si encuentra ab a-eterno lee: a-e ter no, que es una barbaridad. El que, en el mismo caso encuentra ab initio, no lee ab inicio que es como se debe leer; sino ab initio, con t, como suena en español. Además de no saber decirlo, no sabe lo que significa el mísero español de mi cuento. ¡Qué! ¿Tan fácil es saber qué significa abinitio? Pues ahí está el amenísimo y disfrazado ingenio de Juan Fernández que no lo sabe, pues dice desde ab initio, que es como decir desde el principio.Y dicen que es académico.

¡Conque ya ve la Academia si ofrece peligros eso de que el latín se use en castellano. Otro reparo: como los latines no han de hacerse españoles por ser más o menos largos, sino por ser vulgares, conocidísimos, por usarse en nuestro idioma, también serán frases españolas todas esas que andan en poder de los Pedro Sánchez de café y de los críticos baratos, v. gr.: Quos Deus vult perdere, etc.,pauperum tabernas, etc., homo sum, etc., homo homini lupus, Cum subit illius tristissima noctis imago, y media epístola Ad Pissones.

Por este camino se vuelve a la unidad del lenguaje, en mal hora perdida en la torre de Babel. La Academia ha inventado su volapuk especial. Pero, así como antes de la torre babilónica todos hablaban lo mismo y se entendían, este nuevo lenguaje universal va a tener la ventaja de que lo hablen todos y ninguno lo entienda.

Y basta por hoy, y aún dudo que no sobre: señor Quintilius, estoy empezando, como quien dice.

Falta casi todo, y eso que no pienso hablar más que del tema por usted propuesto: las preposiciones inseparables, no castellanas, según las usa, o no las usa, la Academia.

Falta lo mejor, lo óptimo. Faltan sapos y culebras. Así como usted se propone, Sr. Quintilius, zurrarle la badana, figuradamente, a mi querido amigo Miguel Escalada (que crea usted que es duro), yo pienso servirle a usted de antífona, pero refiriéndome nada más que a las preposiciones de que hemos hablado. Yo también necesito mi tiempo, no para perderlo en otras cosas, sino para ganarme el pan de cada día. Crea usted que en el fondo de mi alma desprecio las preposiciones, inseparables o no; pero ya que ustedes les dan tanta importancia, sea. Si vales bene est, ego valeo.