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Miscelánea histórica/Jorge Canning

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Jorge Canning

El escribir noticias biográficas de personas que aún viven está expuesto a los inconvenientes de que el que lo hace parezca parcial y adulador, si alaba; o maldiciente y mordaz si censura. Ni lo uno ni lo otro es objeto de la siguiente noticia, que sólo se dirige a comunicar lo que pueda ser objeto de interés, a los pueblos que, con razón, miran al ministro inglés de Relaciones Extranjeras con la curiosidad que su alto puesto, y poderoso influjo, deben naturalmente producir en el mundo civilizado.

La familia de Mr. Canning trae su origen de Irlanda, isla siempre abundante en talentos de primer orden y madre fecunda de hombres célebres por cuantas dotes dan brillo al entendimiento y nobleza de corazón. El padre de Mr. Canning fue letrado de profesión, aunque muy aficionado a la poesía. El objeto de esta Memoria biográfica nació en el año de 1771, que fue el mismo en que murió su padre. Quedó a cargo de un tío, comerciante de la ciudad de Londres, quien, desde temprano, lo envío a la famosa escuela de Eton, de que no será fuera de propósito dar aquí una breve noticia; aunque reservándome la libertad de darla más extensa en otra ocasión, por ser uno de los establecimientos que, por su influjo en la educación pública, es de la mayor importancia en estos reinos.

El Seminario de Eton no es más que una escuela de Gramática, Latina y Griega. Esta escuela está agregada a una especie de Colegio Mayor, cuyo Rector y Colegiales cuidan del orden y enseñanza de la juventud. Los muchachos que viven a costa de la fundación, y dentro del Colegio, son pocos; los que van, de todas partes del reino, y viven, a pupilo, en casas a propósito para este objeto, son como 500. Hay, en el mismo pueblo, un cierto número de maestros que contribuyen a la enseñanza de la juventud en las horas que no son de escuela, quienes, además de Latín y Griego, que, como se ha dicho, es el objeto principal; enseñan otros ramos de buena educación, como Geografía, Historia, Francés, etcétera. Los jóvenes pasan allí a veces diez o doce años; de modo que cuando dejan a Eton para ir a las Universidades son de dieciocho a veinte años. El saber que adquieren, a no ser indolentes, o de poco talento, consis te en un conocimiento profundo de las lenguas Latina y Griega, en que todos hacen versos, generalmente de mucho mérito; y como el estudio de los autores de aquellas dos naciones extraordinarias, que se requiere para esto, debe ser profundo y constante; los jóvenes etonenses salen penetrados de sus máximas y espíritu, y adornan su idioma nativo con todas las bellezas de aquellos grandes escritores. En una palabra, la elocuencia que por tantos años ha brillado en el Parlamento inglés, y que con razón se mira sin rival en Europa, es, casi del todo, hija de estos estudios.

Mr. Canning fue uno de los discípulos más célebres de la escuela de Eton. Vivía allí, en amistad íntima con los jóvenes más hábiles de su tiempo, cuyos talentos y producciones son en el día conocidos y alabados por toda Inglaterra. Los que no están acostumbrados a otras escuelas que a las de Gramática, en España, o las Américas Españolas; se admirarán al oír que, aún sin haber dejado la de Eton, mister Canning y varios de sus condiscípulos publicaron un periódico, llamado el Microcosmos, o Mundo Pequeño, que ha pasado por tres impresiones, a causa de su gran mérito.

Mr. Canning salió de Eton para el Colegio de Christ Church, en la Universidad de Oxford, y habiéndose dedicado al estudio de las Leyes logró, en 1793, un asiento en el Parlamento. Su elocuencia, ya conocida tanto en la Escuela como en la Universidad, le atrajo la admiración pública en aquel gran teatro, donde puede decirse que el orador no sólo habla a los presentes, sino, por medio de la imprenta, a la nación entera, y a todos los pueblos europeos de nacimiento o de origen que habitan el globo.

Para los que no viven en Inglaterra no sería de interés alguno el decirles cuántas veces y por qué pueblos ha sido elegido Mr. Canning.

Baste el notar que desde sus primeros pasos en el mundo político fue amigo y admirador de Mr. Pitt, cuya fama ha llegado a todas partes.

Desde el principio de su carrera fue nombrado ya en uno ya en otro empleo, por miembro del gobierno o Ministerio. Subió en otra ocasión al puesto que ocupa al presente, de ministro de Negocios Extranjeros, y hallándose condecorado con esta dignidad, aconteció la contienda entre él y el difunto Lord Castlereagh que, de palabras y acusaciones mutuas en la Cámara de los Comunes, los llevó a un desafío, con pistolas, en que Mr. Canning salió herido.

Los discursos más célebres de Mr. Canning son los que, en varios tiempos, ha hecho al pueblo de Liverpool, pidiendo sus votos para representarlo en el Parlamento. El carácter general de su elocuencia es una gran pureza, facilidad y elegancia de lenguaje. Los períodos parece que nacen de por sí sin trabajo ni esfuerzos. Usa siempre de un modo de argumentar rápido, y brillante, sembrado, a veces, de sales, y dichos picantes; pero sin que jamás desdigan de la elegancia y finura de lo demás del discurso.

Hallábase Mr. Canning nombrado Virrey de las Indias Orientales, cuando, por la muerte de Lord Londonderry (llamado antes Lord Castlereagh) quedó vacante el Ministerio Extranjero. No pudo el Gobierno pasar sin el auxilio de los grandes talentos de Mr. Canning, y habiendo logrado que se desistiese del empleo con que iba a embarcarse para la India, fue puesto al frente del partido ministerial en la Cámara de los Comunes.

Mr. Canning, aunque amigo verdadero de la libertad constitucional, ha sido uno de los más célebres contrarios de los principios de anarquía y desorden que los franceses propagaron por Europa, durante su revolución. Para contrarrestarlos publicó un papel periódico llamado el anti-jacobino, en que, con la mayor sal y agudeza de ingenio, satirizó las opiniones y escritos que eran entonces de moda.

Asistieron a esta empresa dos de sus condiscípulos de Eton, hombres de gran celebridad entre los principales literatos de Inglaterra, Mr. Frere, que fue Embajador en España, y Mr. George Ellis, ya difunto.