Nuestros hijos: 03

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Escena III[editar]

SEÑOR DÍAZ y MECHA


MECHA. -(Al cruzarse con Díaz en la escalera.) Buen día, papá.

SR. DÍAZ. -Buenos días, rabonera. Tengo toda la correspondencia inglesa del «Amazón» por traducir. ¿Cuándo subes?

MECHA. - ¡Ah, papito! Cuando hagas poner el ascensor. Ya sabes que me fatiga subir tanta escalera.

SR. DÍAZ. -Si es por eso, hoy mismo llamo al ingeniero. (Mutis.)

MECHA. -(A su madre.) Ahí tienes tus guantes. ¿Qué te ha pasado?

SRA. DE DÍAZ. -Lo de siempre. ¡Tu padre!...

MECHA. -¿Para qué se meten con él? Ya saben cómo es. ¿Qué te ha hecho?

SRA. DE DÍAZ. -No tiene remedio ya.

MECHA. -Sé que ayer estuviste arriba revolviéndole los papeles. Si llega a descubrirlo vamos a tener un disgusto serio. (Se deja caer en la silla con un gesto de fatiga y empieza a ponerse los guantes.) ¡Uff! ¡Cuánto daría porque no vinieran a buscarme! Me siento mal hoy.

SRA. DE DÍAZ. -(Dándose los últimos retoques ante el espejo.) Lo que es yo no las espero. (Volviéndose a Mecha, casi desvanecida.) ¡Muchacha!... ¡Muchacha!... ¿Qué tienes?...

MECHA. -¡Nada!... ¡Ya pasa!... ¡Un vahído!... ¡Una cosa muy extraña!

SRA. DE DÍAZ. -¡Qué palidez!... ¡Y estás transpirando!...

MECHA. -No te preocupes. (Intenta ponerse de pie pero se dejar caer en la silla.) ¡Oh! ¡Yo no voy! (Sacándose el sombrero.) Toma, ponlo en cualquier parte. Misia Edelmira no se resentirá. Podría ir Laura en mi lugar... ¿no te parece? Avísale.

SRA. DE DÍAZ. -(Toca el timbre.) Pero hija, ¿cuándo te vas a resolver a consultar al médico?

MECHA. -¡Para qué! No vale la pena, Un poco de debilidad, nada más.