Nueve de Octubre de 1841

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NUEVE DE OCTUBRE DE 1841.

Este dia, aniversario de la transformacion política de Guayaquil, ha sido celebrada con tanta alegría y entusiasmo, como jamas se celebró en los años anteriores. Esto solo prueba que el pueblo guayaquileño siente los buenos resultados de su independencia, y espera otros mayores como consecuencia de los presentes. En efecto, seria necesario que fuesen los Guayaquileños en extremo descontentadizo, para que extendiendo su vista en derredor de sí, no encontrasen por todas partes objetos de alegría en las mejoras que se han hecho de tres años á esta parte. Pueblos hai en el Nuevo Mundo que concurren á celebrar el aniversario de su independencia con el corazon cubierto de luto, aparentando un júbilo que desmienten todos los semblantes. Las músicas, los fuegos artificiales, las salvas y los repiques de campanas, que recuerdan á aquellos pueblos desgraciados el dia en que se separaron de la España, les recuerdan al mismo tiempo que desde entonces comenzó para ellos una era nueva de arbitrariedades, de desasosiego, de miseria y de opresion, y diciendo viva la independencia, porque los tiranos no se enojen, maldicen en su interior aquella fatal emancipacion que les trajo en pos de ella todas las presentes calamidades. El que vió su pueblo floreciente bajo la dominacion española, el que recuerda que en aquella época reinaba la paz y la abundancia, y ahora ve extenderse la miseria por todas partes, renovarse las guerras por los mas frívolos pretextos, y decaer la poblacion en todos sentidos, porque donde no hai seguridad no puede haber ningun bien, es preciso que deplore la pérdida de la dependencia que le hacia mas feliz, y que lamente la emancipacion que no ha traido mas que lágrimas y desdichas. Los hombres por mas fanáticos que sean, conocen que los nombres de las cosas no valen tanto como las cosas mismas. ¿Cómo puede nadie alegrarse de una independencia que le hace depender de un poder arbitrario? ¿Y cómo puede nadie gloriarse de haber adquirido una felicidad quimérica, que solo se hace sentir por sus destructores efectos?

Guayaquil no se engaña, cuando viendo los progresos que hace en su civiliza cion, en su comercio, en su industria, en sus establecimientos públicos, mira todas estas mejoras como las consecuencias de una feliz emancipacion. Vé que las cosas estan bien llamadas con sus nombres, y que si las esperanzas son halagüeñas, no son me nos fundadas, porque toca con sus propias manos la realidad de aquellas cosas, y no puede padecer una ilusion. Los objetos exitan la alegria, y como estos objetos son para todos igualmente interesantes, la alegria es jeneral, y manifestándose expontáneamente en todos los semblantes, se hace mayor por el efecto que causa en cada cual el ver su sentimiento alojado en tantos pechos cuantos descubren sus ojos.

La víspera del dia 9, á las cuatro de la tarde se hizo una salva de veintiun cañonazos, y se adornaron todas las calles del malecon con banderas nacionales. El batallon número primero de línea, y el de cívicos con sus respectivas músicas, el cuerpo de bomberos con sus máquinas, la maestranza y la compañia de serenos, presentaron un lucido espectáculo, paseándose desde la plazuela de San Francisco hasta la Cancha, por el malecon y la calle que se ha llamado del fango, y que ahora merece mejor nombre. Hubo en seguida carreras de caballos en la Cancha: se iluminó toda la ciudad, haciéndola aparecer como una ascua de fuego, especialmente las casas que están al frente del malecon. Se cantó en la Cancha la nueva marcha nacional, cuya letra daremos al fin de este artículo, y concluyó la funcion de la víspera con los fuegos artificiales, en medio de una concurrencia la mas alegre y numerosa que jamas hubo en Guayaquil.

Para hacer mas agradable vispera del 9 de octubre, 'apareció el vapor Chile á las seis de la tarde, doblando la punta de la isla de Santai, y ofreciendo el curioso espectáculo que debe ofrecer un gran bajel, que se acerca rápidamente á palo seco, navegan do contra la marea, sin descubrir el ajente que le conduce. Este buque pasó del fondeadero y dio una vuelta hasta mas allá de la planchada, á tiempo que la luz del dia á penas dejaba descubrir el volumen del Chile, que volvia al ancoraje, despidiendo en su camino coetes de señales.

La aurora del dia 9 fué saludada con una salva de artillería, que se repitió a las doce del dia y á las seis de la tarde. Despues de la primera salva hubo un paseo al estero salado, á donde se condujo un bote, llevado en un carro, para navegar en aquel estero, que hasta ahora habia sido inútil á Guayaquil, y que ya se ha convertido en un objeto de la mayor utilidad, despues de haberse hecho la calzada que le pone en comunicacion con la ciudad. A las nueve y media del dia se celebró la misa de accion de gracias, á que asistieron todas las autoridades, corporaciones y gran parte del vecindario. A las doce se dió en las casas consistoriales el exámen de las niñas educandas, despues de haber pronunciado el señor gobernador el discurso de que harémos un extracto. A las cuatro de la tarde se pasearon al frente de esta ciudad los dos buques de vapor, el San Vicente, construido en este astillero y el Chile de la compañia del Pacífico. Hubo carreras de botes en el rio, y la noche se pasó en el baile que dió la gobernación, el mas concurrido y hermoso que se ha dado en Guayaquil.

Para nosotros lo mas digno de atencion que hubo en los dos dias de fiestas cívicas, fué la concurrencia á la Cancha en la noche del dia 8, el paseo fluvial de la tarde del 9, y el baile dado en aquella noche. La concurrencia a la Cancha no podia ser mas numerosa, ni mas alegre, ni mas bien compuesta. Creemos que en aquella noche no quedaron en sus casas sino las personas que por algun grave impedimento no pudieron salir de ellas. El concurso estaba diciendo que nadie queria estar en otra parte, sino en donde se reunian todos á celebrar el objeto de la alegria jeneral. Pero el paseo de los buqués de vapor, á la hora en que todos los habitantes de Guayaquil se hallaban en las casas del malecon, y llenando todo el espacio que este ocupa desde el puente de Carrion hasta la batería de la planchada, moviéndose siempre como las olas de un mar ajitado, vivando ya al San Vicente, ya al Chile, segun cada uno de estos se presentaba al frente de los espectadores, y coronados los buques que estaban en el fondeadero, de jentes que habian querido, ver de mas cerca los buques de vapor en su marcha, ofrecia una de las mas animadas y alegres perspectivas que puede uno imajinarșe. Todos comparaban la grandeza del Chile con la pequeñez relativa del San Vicente; pero el patriotismo guayaquileño hacía repetir á todos:

El Chile es mas grande, pero el Sanm Vicente es mas bonito: El Chile andará mas, tal vez, pero el San Vicente es hecho en Guayaquil, y es el primer buque de vapor que se construye en la América del Sur: el Chile no es chileno, y el San Vicente, el Guayas, es del rio Guayas: viva, el San Vicente: viva el Chile: viva el señor Weelright, a quien se debe la navegacion por vapor en las mares del Sur. Todo esto regocijaba el alma de aquellos espectadores que viendo en el Chile el producto de la civilizacion europea, y en el San Vicente, las consecuencias que deben traer al nuevo mundo el comercio y las relaciones amistosas con las naciones civilizadas, contemplaban ya lo que estas consecuencias serian con el tiempo, midiendo el valor de lo que deseamos conseguir por la importancia de lo conseguido yá. La hora hizo cesar aquel magnífico espectáculo, que todos sentian no fuese mas duradero; pero era preciso ir á prepararse para el baile, á que nadie queria dejar de concurrir.

Este comenzó á las diez de la noche, despues de haberse reunido en los salones de la casa de gobierno, todo lo que hai de mas gracioso y amable en el bello sexo de Guayaquil, célebre en todos tiempos por las gracias de sus mujeres, y todo lo que hai tambien de mas elegante entre la juventud masculina de esta parte privilejiada del Ecuador. La vista no se cansaba de admirar la jentileza de los talles, la hermosura de los rostros, el buen gusto de los trajes, la variedad de todos los jéneros de belleza, y el conjunto de tantas cosas admirables. Asi fué, que pasándose las horas sin dejar sentir la sucesion de ellas, ni la fatiga del baile, este se prolongó hasta las cuatro de la mañana del dia diez, ¡Quiera Dios que en todos los aniversarios del 9 de octubre, que están por venir, tengan los Guayaquileños los mismos o mayores motivos para manifestar el contento de su 'independencia, y el entusiasmo de su patriotismo. Sucederá asi, siempre que los hombres se muestren dignos de conservar esta independencia contra todo enemigo de ella, y siempre que las lindas Guayaquileñas estimulen á los jóvenes á sacrificarse por la patria, pues el amor à esta madre comun es una virtud de los dos sexos.

CANCION, PATRIOTICA,

que se cantó por primera vez la noche del dia 8 de Octubre de 1841.


CORO.

Celebremos la luz memorable

En que el Guayas feliz recobró

Sus preciosos desechos perdidos

Por tres siglos de dura opresion.

En el Nueve de Octubre glorioso

Libertad anunció el claro Sol,

Y su luz esplendente aquel dia

Con mas vivos reflejos lució.

En patriótico fuego encendidos

Y animados de heroico valor

A los campos de Marte corrimos

A vengar de la Patria el honor

CORO.

Cien combates sangrientos fijaron

De Colombia el hermoso pendon,

Que hoi tremola cual grato recuerdo

De sus triunfos el bello Ecuador.

Cesen ya los rumores de guerra,

Cese ya de tronar el cañon,

Y que sean las nuestras divisas

La concordia, la paz y la union.

CORO.

Mas si alguno intentáre atrevido

Provocar nuestro esfuerzo y valor

Escarmiente, pagando su audacia

Con escarnio y eterno baldon.

Que al tomar el puñal fratricida

Meditando su negra traicion,

De los Pastos y Guachi las sombras

Le estremezcan de espanto y horror.

CORO.

Ya gozosos veremos cubiertos

Nuestros campos de frutos y flores,

Y banderas de todos colores

En las ondas del Guayas flamear.

Ya veremos que alegres y ufanas

Las remotas y ricas naciones

Nos ofrecen los mas raros dones

Sobre el ara que se alza á la paz.

CORO.


Bibliografía[editar]

  • Correo Semanal de Guayaquil, SEM. 1.o Domingo, 17 de Octubre de 1841. Num.3.o Pag 1-4.