Nuevo diálogo patriótico
CHANO
¿Qué dice, amigo Ramón,
qué anda haciendo por mi Pago
en el zaino parejero?
CONTRERAS
Amigo, lo ando variando,
porque tiene que correr
con el cebruno de Hilario.
CHANO
¡Qué me cuenta! Si es ansí
voy a poner ocho a cuatro
a favor de esté bagual,
mire amigo que es caballo
que en la rompida no más
ya se recostó al contrario.
CONTRERAS
¿Y cómo jue desde el día
que estuvimos platicando?
CHANO
Con salú; pero sin yerba;
desensille su caballo,
tienda el apero y descanse.
Tomá este pingo, Mariano,
y con el bayo amarillo
caminá y acollarálo.
¡Mire que de aquí a la Guardia
hay un tirón temerario/
CONTRERAS
Y con tantos aguaceros
está el camino pesao,
y malevos que da miedo
anda uno no más topando,
lo güeno que yo afilé
a mi gusto el envenao,
!e hice con las de domar
cuatro preguntas al zaino,
y en cuanto lo vi ganoso
y que se iba alborotando,
le aflojé todo y me vine,
pero siempre maliciando...
Velay yerba, amigo viejo,
iremos cimarroniando.
CHANO
¿Y cómo ya con la Patria
que me tiene con cuidan?
Ayer. unos óficiales
cayeron por lo de Pablo
y mientras tomaban mate,
lo asentaron, y mudaron,
leyeron unas noticias
atento del rey Fernando,
que solicita con ansia
por medio de diputaos
ser aquí reconocido
su constitución jurando.
CONTRERAS
Anda el runrún hace días,
por cierto no lo engañaron:
los diputaos vinieron,
y desde el barco mandaron
toda la papelería
a nombre del rey Fernando-,
¡y venían roncadores...
la pu... los maturrangos!
Pero, amigo, nuestra junta
al grito les largó el guacho
y les mandó una respuesta
más linda que San Bernardo.
¡Ah gauchos escribinistas
en el papel de un cigarro/
Viendo ellos que no embocaban,
y que los habían torniao,
alzaron los contrapesos
y dando güeltas al barco,
se jueron sin despedirse...
Vayan con doscientos diablos.
CHANO
Mire que es hombre muy rudo
el amigo Don Fernando:
lo contemplo tan inútil
asigún lo he figurao,
que creo que ni silbar
sabe, como yo soy Chano.
De balde dimos la baja
a todos sus mandatarios,
y por nuestra libertá
y sus derechos sagraos
nos salimos campo ajuera,
y al enemigo topando,
el poncho a medio envolver
y el alfajor en la mano,
con el corazón en Dios
y en el santo escapulario
de nuestra Virgen del Carmen,
haciendo cuerpo de gato;
sin reparar en las balas
ni en los juertes cañonazos,
nos golpiamos en la boca
y ya nos entreveramos;
y a éste quiero, a éste no quiero,
los juimos arrinconando,
y a un grito: ¡Viva la Patria!
el coraje redoblamos,
y entre tiros y humadera,
entre reveses y tajos,
empezaron a flaquiar,
y tan del todo aflojaron,
que de esta gran competencia
ni memoria nos dejaron.
De balde en otras aiciones
les dimos contra los cardos;
y si no que le pregunten
a Posadas el mentao
cómo le jue allá en las Piedras,
y después allá en los barcos.
Diga Tristán... Mas no quiero
gastar pólvora en chimangos,
porque era Tristán más triste
que hombre pobre enamorao.
Muesas en la del Cerrito;
Marcó flojo y sanguinario
en la afición de Chacabuco,
Osorio es hombre fortacho
allá en los Cerros de Espejo
en la pendencia de Maipo.
Hable Quimper y ese O'Relly
y otros muchos que ahura callo.
Todo es de balde, Contreras,
pues si conoce Fernando
que aunque haga rodar la taba
culos no más sigue echando,
¿no es una barbaridá
el venir ahura roncando?
Mejor es que duerma poco,
porque amigo, a sus vasallos
el nombre de Libertá
creo que les va agradando,
y como él medio se acueste,
cuanto se quede roncando
ya le hicieron trus la vaca,
y ya me lo capotiaron.
CONTRERAS
¡Ah Chano, si de sabido
perdiz se hace entre las manos!
Cuanto me ha dicho es ansina
y yo no puedo negarlo;
pero esté usté en el aquel
que ellos andan cabuliando
a ver si nos desunimos
del todo, y en este caso
arrancarnos lo que es nuestro
y hasta el chiripá limpiarnos.
CHANO
¡No toque, amigo, ese punto
porque me llevan los diablos!
¿Quién nos mojaría la oreja
si uniéramos nuestros brazos?
No digo un Rey tan lulingo;
mas ni todos los tiranos
juntos, con más soldadesca
que hay yeguada en nuestros campos
nos habían de hacer roncha;
pero amigo, es el trabajo
que nuestras desavenencias
nos tienen medio atrasaos.
¡Ah sangre, amigo, preciosa
tanta que se ha derramao!
¿No es un dolor ver, Contreras,
que ya los americanos
vivimos en guerra eterna,
y que al enemigo dando
ratos alegres y güenos
los tengamos bien amargos?
Pero yo espero desta hecha
saludar al Sol de Mayo,
en días más lisonjeros,
unido con mis hermanos.
Y ansi no hay que recular,
que ya San Martín el bravo
está en las puertas de Lima
con puros mozos amargos,
soldadesca corajuda,
y sigún me han informao
en Lima hay tanto patriota
que Pezuela anda orejiando,
y en logrando su redota
ha de cambiar nuestro Estado,
pues renace el patriotismo
en el más infeliz rancho.
CONTRERAS
Sí, señor, dejuramente.
¡Ah momento suspiran!
Y en cuanto esto se concluya
al grito nos descolgamos
con latón y garabina,
a suplicarle a un tapao
que largue no más lo ajeno,
porque es terrible pecao
contra el gusto de su dueño
usar lo que no se ha dao;
y en concencia yo no quiero
(porque soy muy güen cristiano)
que ninguno se condene
por hecho tan temerario.
CHANO
¡Eso sí, Ramón Contreras!
¿Se acuerda del fandangazo
que vimos en lo de Andújar
cuando el general Belgrano
hizo sonar los cueritos
en Salta a los maturrangos?
Por cierto que en esta aición
(sin intención de dañarnos)
hizo un barro el general
que aún hoy lo estamos pagando;
él quiso ser generoso
y presto miró su engaño,
cuando hizo armas en su contra
el juramentao Castro,
que quebrantando su voto
manchó su honor y su grao.
Estas generosidades
muy lejos nos han tirao,
porque el tirano presume
que un proceder tan bizarro
sólo es falta de justicia;
pero esto ya se ha pasao,
y no será malo, amigo,
si por fin escarmentamos.
Por ahura saque el cuchillo,
despachemos este asao
y sestiaremos después,
para ir a lo del Pelao
a ver si entre su manada
está, amigo, mi picazo,
que hace días que este bruto
de las mansas se ha apartao.
Comieron con gran quietú,
y después de haber sestiao
ensillaron medio flojo,
y se salieron al tranco
al rancho de Andrés Bordón,
alias el Indio Pelao,
que en las pendencias de arriba
sirvió de triste soldao,
y en Vilcapugio de un tiro
una pierna le troncharon.
Dieron el grito en el cerco,
los perros se alborotaron;
Bordón dejó la cocina,
!os hizo apiar del caballo;
y lo que entre ellos pasó
lo diremos más despacio
en otra ocasión, que en ésta
ya la pluma se ha cansao.