Nunca me vi tan lejos de temeros
Apariencia
- Soneto XXIII
Nunca me vi tan lejos de temeros, mi Dios, que me olvidase de estimaros, porque cuando más cerca de olvidaros, entonces me pesaba de ofenderos. Impulsos tuve yo para quereros, por quien con más razón podéis quejaros: no sé como tardaba de buscaros en medio del temor de conoceros. Andaba yo cual suele el delincuente, que se le antoja vara de justicia cualquier rumor, que a las espaldas siente; pero de mis deleites la codicia me daban armas y ánimo valiente, para que se doblase mi malicia.