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Orellana

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Orellana
de Rafael María Arízaga


Ni el áspid con que el trópico abrasado
defiende de sus frondas la maraña,
ni el abrupto peñón de la montaña,
en hirientes jarales erizado;


ni la eterna ventisca del nevado
que en las cumbres graníticas se ensaña;
nada frustró la temerosa hazaña
que en la historia tu nombre ha perpetuado.


Cual de Alighieri por la selva oscura
descendiste del monte a la llanura,
por círculos de endriagos y gorgonas.


Y cruzando infinitas soledades,
te engolfaste en el mar sin tempestades,
el mar del porvenir: ¡el Amazonas!...