había nombrado para fiscalizar los actos del bibliotecario, por la Comisión de Policía de la Cámara, al entonces diputado por Petorca, don Pedro Montt, que me distinguió siempre con pruebas reiteradas y distinguidas de afecto que, desgraciadamente, no guardaron armonía con nuestras relaciones cuando fue Presidente de la República...”
Así, como se ha visto, en los diez primeros años de la Biblioteca del Congreso Nacional, un ex Presidente de la República dio el primer impulso para la creación de ésta, logró que se contratara al primer Director, se hizo cargo de la compra de los primeros libros y publicaciones extranjeras y otro ex Presidente de Chile, la dirigió.
Continuó, entonces, a don Arturo Alessandri, don Adolfo Labatut Bordes, desde 1893 hasta 1931. El nuevo encargado de la Biblioteca había nacido en 1869 y, luego de realizar sus estudios en el colegio de los Padres Franceses de Valparaíso, cursó estudios de Leyes en la Universidad de Chile, aunque no se recibió.
Alessandri, refiriéndose a su reemplazante, señalaba:
“Era mi ayudante mi querido y buen amigo Adolfo Labatut. Yo trabajé mucho para que él se quedara con el puesto: lo conseguí y, si la vida ha tenido tantos vaivenes, agitaciones y cambios de rumbos para mi, él en cambio continúa pacíficamente en su puesto, ilustrándose siempre y prestando el concurso de su inagotable buena voluntad cuando algún amigo o algún congresal llega por casualidad al retiro de esa biblioteca, que es una de las mejores y más completas de Sud América”.(6)
Al finalizar don Arturo su gestión como Director, en 1893, la Biblioteca pudo disponer de un primer catálogo de su fondo bibliográfico, realizado por el joven Labatut y con la valiosa colaboración de los diputados Pedro Montt —por cierto— y Abraham Gacitúa, parlamentario por Ancud, Chiloé.