el sentido y la proyección de la Biblioteca”, generándose una rica discusión acerca de la misión del principal actor y usuario a quien la Biblioteca debe servir, el parlamentario, sin por ello descuidar el acceso a su riqueza bibliográfica por parte de todo ciudadano que así lo requiera. Señalaba, al respecto don Isidro:
“(Las) tareas primordiales de la Nación definen un contenido de problemas y soluciones ante los cuales el legislador debe plantear, escoger y decidir con conocimiento, con previsión, con adecuación real y con imaginación creadora. Para lo cual requiere la capacidad del juicio justo en materias que no siempre son de su especialidad. Esta labor es facilitada en alto grado por la información de las experiencias y el saber de otros hombres. Este saber es recogido en forma susceptible de consulta por la documentación bibliográfica. Por lo cual la Biblioteca de Congreso debe ampliar su registro para recoger e incrementar las materias básicas que iluminan este saber y sus disciplinas respectivas.
La Biblioteca de Congreso deberá perfeccionar las herramientas que actualmente fabrica para el trabajo del legislador (Catálogos de Leyes, Decretos, Historia de las Leyes, Labor Parlamentaria, Archivo de Recortes de Prensa, etc.) y fabricar nuevas herramientas que se estimen necesarias.
Además, deberá construir instrumentos susceptibles de informar adecuadamente sobre la experiencia y saber del mundo entero. Estos instrumentos los deberá trabajar un Centro de Información Documentada que, de un modo permanente y riguroso intelectualmente, provea de una información consistente de los problemas y soluciones que la ecúmene ofrece.
Así tenemos que la Biblioteca del Congreso deberá completar su trabajo bibliotecológico esencial con los métodos más modernos y más factibles en una