a fin de mantener al parlamentario informado sobre los acontecimientos políticos sociales económicos o culturales que de alguna manera incidieran en los propios acontecimientos del país. Se inició, asimismo, la confección de bibliografías analíticas selectivas sobre materias de la Agenda Legislativa como base de trabajos de Información Documentada.
Estudios preliminares para automatizar procesos bibliotecológicos. Se realizaron visitas a bibliotecas parlamentarias de Inglaterra, Francia y EE.UU. a fin de conocer y estudiar la aplicación de sistemas, programas y recursos.
Finalmente, es destacable la organización de eventos, que permitieron el contacto de los parlamentarios con diferentes representantes de la cultura nacional y latinoamericana, o con especialistas en materias que se proyectaban como esenciales para el desarrollo de país, por ejemplo “El Encuentro entre Escritores Latinoamericanos y Parlamentarios”, el ciclo de Conferencias sobre la necesidad de mirar hacia el Pacifico, la importancia del Litio en el mundo de la salud y la proyección de su explotación en Chile, entre otros.
La efervescencia política del país se hacía sentir en las calles de Santiago y, especialmente, en las sesiones del Senado y de la Cámara de Diputados, en que se discutían acusaciones constitucionales a distintos ministros del Gobierno de la Unidad Popular. El Congreso sesionaba hasta altas horas de la madrugada y, en consecuencia, el personal de la Biblioteca hacía turnos para atender la demanda de información.
El 11 de septiembre de 1973, pasado el mediodía y habiéndose evacuado al poco personal que había llegado esa mañana a cumplir con sus funciones, la Biblioteca cerró las puertas de su Sede Central en el Edificio del Congreso y las del Anexo en la calle Huérfanos. Las reabrió el día 19 por unas pocas horas y el Director Suárez instruyó al personal para que se mantuviera en sus puestos y no se atendiera público. A los pocos días un contingente militar allanó la Sede de calle