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to temor de que aquellos quisiesen perseverar en nos hacer alguna burla; pero como ya habiamos publicado ser allá nuestro camino, no me pareció fuera bien dejarlo ni volver atrás, porque no creyesen que falta de ánimo lo impedia. Aquel dia que de la ciudad de Churultecal me partí, fuí cuatro leguas á unas aldeas de la ciudad de Guasucingo[1], donde de los naturales fuí bien recibido, y me dieron algunas esclavas y ropa y ciertas piecezuelas de oro, que de todo fué muy poco; porque estos no lo tienen, á causa de ser de la liga y parcialidad de los tlaxcaltecas, y por tenerlos, como el dicho Muteczuma los tiene, cercados con su tierra, en tal manera, que con ningunas provincias tienen contratacion mas que en su tierra, y á esta causa viven muy pobremente. Otro dia siguiente subí a puerto por entre las dos sierras que he dicho, y á la bajada dél, ya que la tierra del dicho Muteczuma descubríamos por una provincia della, que se dice Chalco, dos leguas antes que llegásemos á las poblaciones, hallé un muy buen aposento nuevamente hecho, tal y tan grande, que muy cumplidamente todos los de mi compañía y yo nos aposentamos en él, aunque llevaba conmigo más de cuatro mil indios de los naturales destas provincias de Tascaltecal, y Guasucingo, y Churultecal, y Cempoal, y para todos muy cumplidamente de comer, y en

  1. Parece que es Guajezingo.