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me quedaba seguí por la calle de Tacuba adelante, y ganamos tres puentes, las cuales se cegaron, y dejamos para otro dia las otras, porque era tarde, y se pudiesen mejor ganar porque yo deseaba mucho que toda aquella calle se ganase, porque la gente del real de Pedro de Albarado se comunicase con la nuestra y pasasen del un real al otro, y los bergantines ficiesen lo mismo. Y este dia fue de mucha victoria así por el agua como por la tierra y hóbose algún despojo de los de la ciudad: en los reales del alguacil mayor y Pedro de Albarado se hobo también mucha victoria.

Otro día siguiente volví á entrar en la ciudad por la orden que el dia pasado, y diónos Dios tanta victoria, que por las partes donde yo entraba con la gente no parecia que habia ninguna resistencia; y los enemigos se retraian tan reciamente, que parecia que les temamos ganado las tres cuartas partes de la ciudad, y tambien por el real de Pedro de Albarado les daban mucha prisa, y sin duda el dia pasado y aqueste yo tenia por cierto que vinieran de paz, de la cual yo siempre, con victoria y sin ella, hacia todas las muestras que podia. Y nunca por eso en ellos hallábamos alguna señal de paz; y aquel dia nos volvimos al real con mucho placer, aunque no nos dejaba de pesar en el alma, por ver tan determinados de morir á los de la ciudad [1].

  1. Cortés se compadeció siempre mucho de la terquedad de los indios, en lo que fué culpado su emperador y caudillo