Página:13 Cartas del Famoso Conquistador Hernán Cortés.pdf/573

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algo tierra debajo, pasamos sin peligro hasta llegar al monte; por el cual anduve dos dias abriendo camino por donde señalaban aquellas guias, hasta tanto que dijeron que iban desatinados, que no sabian adónde iban; y era la montaña de tal calidad, que adonde se ponían los pies en él suelo y hacia arriba, la claridad del cielo no se veía otra cosa; anta era la espesura y alteza de los árboles, que aunque se subian en algunos, no podian descubrir un tiro de cañón.

Como los que iban delante con las guías abriendo el camino me enviaron á decir que andaban desatinados, que no sabían dónde estaban, hice repararla, y pasé yo á pié adelante, hasta llegar á ellos, y como vi el desatino que tenían, hice volver la gente atrás a una cienaguilla que habíamos pasado adonde por causa del agua había, alguna poca de yerba que comiesen los caballos, que habia dos dias que no la comían ni otra cosa, y allí estuvimos aquella noche con harto trabajo de hambre, y poníamoslo mayor la poca esperanza que tomamos de acertar á poblado, tanto, que la gente estaba casi fuera de toda esperanza, y más muertos que vivos. Hice sacar una aguja de marear que traía conmigo, por donde muchas voces me guiaba, aunque nunca nos habíamos visto en tan extrema necesidad como esta; y por ella, acordándome del paraje en que habían señalado los indios que estaba el pueblo, hallé que corriendo al Nordeste desde