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canos estaban todos alborotados y fuera do sus ca- sas por las sierras y montes, que no se querian ase- gurar, aunque habia hablado á algunos dellos, por el temor que tenian de los daños que habian recebi- do de la gente que Gil Gonzalez y Cristóbal de Olid llevaron, escribi al capitan que allí estaba que trabajase mucho de haber algunos dellos, de cual- quier manera qua fuese, y me los enviase para que yo los hablase y asegurase; y así lo hizo, que me envió ciertas personas que tomó en una entrada que hizo, é yo les hablé é aseguré mucho, y hice que les hablasen algunas personas principales de los de aquí de México, que yo conmigo llevé; é les hicieron sobre quien yo era, y lo que habia hecho en su tierra y el buen tratamiento que de mí todos recebian despues que fueron mis amigos, y cómo eran amparados y mantenidos en justicia ellos y sus haciendas y hijos y mujeres, y los daños que recebian los que eran rebeldes al servicio de vues- tra majestad, y otras muchas cosas que les dijeron, de que se aseguraron mucho; aunque todavía me di- jeron que tenian temor que no seria verdad lo que les decian, porque aquellos capitanes que antes de mí habian ido les habian dicho aquellas palabras y otras y que despues les habian mentido, y les habian llevado las mujeres que ellos los daban pa- ra que les hiciesen pan, y los hombres que les traían para que les llevasen sus cargas, y que así creían que haria yo; pero todavía con la seguridad