disuadirla, representándola que ella en sus triunfos conservá su libertad, porque el corazón no tenía que ver nada en sus relaciones; que iba á volverse esclava de Vorey, que la dominaría y obligaría á cosas que acabarían con sus goces presentes y le pesarían cuando ya no tendrían remedio.
Es un mal ejemplo -añadía- y en nuestro grupo no puede ya tener cabida una mujer atortolada por el amor.
-Será verdad todo eso, pero, resuelta á todo, iré tan lejos como él quiera; esto ha venido como un cañonaxo que no me esperaba y en que no pensaba siquiera.
En ella había tanta sinceridad en medio de su aberración, como en él cálculo, mala fe y propósitos deshonrosos y funestos para ella. Yolande era rica y una vez dueño de su corazón, podia disponer de su caudal á su voluntad, pagar sus deudas y quizás arreglar un matrimonio, pues deseaba establecerse en la buena sociedad.