¡Oh, cuántos pensamientos confundidos,
Cuánto ideal! En espontáneo acceso
Miro al cielo, los brazos extendidos
Con profundo y extático embeleso;
Y en un rapto indecible de locura,
Con un abrazo inmenso, irreal, potente,
¡He deseado estrechar tanta blancura
E incrustarla en mi ser, profundamente!
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¡Oh, qué blanco está todo! Junto al fuego
Te veo, nieve, desde mi ventana,
Y esta dulce nostalgia en que me anego
Es porque nunca volverás, hermana!
Hermana, sí, apenas te he encontrado
Ya recoges tu límpido atavío,
¡Que el suelo en que un instante has reposado
Tu ambiente no es, como tampoco el mío!
Cuando derrita el Sol tu espuma leve
Ya libre volarás a otras regiones:
¡Dadme un poco de Sol para mi nieve,
Y volaré también, con mis canciones!
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... Así dejo que vaguen mis ensueños
en la tarde serena; siento frío,
Me acerco más al fuego; arden los leños,
Hay mucha paz en el silencio umbrío.
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