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Volviale á mirar la noble frente
Llena de magestad y de grandeza,
Y en su altivo y apuesto continente
El reflejo especial de su belleza.
Era mi padre si, noble grandioso
Con su blanca y larguisima patilla,
El sello de lo bueno y generoso
Impreso en su mirada sin mancilla.
Era mi padre! casco reluciente
De acero descansaba en su cabeza,
Ondeaba sobre su ancha y blanca frente
Un penacho de nítida pureza.
El color de la patria azul y blanco,
La dragona en la espada lo ostentaba,
Y allá como en los sueños de la infancia
Al partir, en sus brazos me estrechaba.
Y su acento inspirado por la gloria
Adios hijos, esposa repetía,
Mientras postrado en la desierta playa
La huella de sus pasos yo seguía.