gra que suponia formada por las emanaciones fuliginosas, salidas del cuerpo mismo del Sol. Chladni y Schnurrer atribuian al paso de masas meteóricas por delante del disco solar, los fenómenos análogos de los años 1090 y 1203, de los cuales duró el primero, tres horas, y el segundo seis. Desde que han sido consideradas las estrellas errantes como formando un anillo contínuo, situado en el sentido de su direccion comun, háse notado una singular coincidencia entre la vuelta periódica de las lluvias de metéoros y las manifestaciones de los misteriosos fenómenos de que acabamos de hablar; y á fuerza de ingeniosas investigaciones y de una discusion profunda de todos los hechos conocidos, ha llegado Adolfo Erman á señalar dos épocas del año, el 7 de febrero y el 12 de majo, en que se ha manifestado esta coincidencia de un modo sorprendente. Ahora bien: la primera de estas dos fechas corresponde á la conjuncion de las estrellas errantes que están en el mes de agosto en oposicion con el Sol, y la segunda, se refiere á la conjuncion de los asteroides de noviembre y á los famosos dias frios de las creencias populares (San Mamerto, San Pancracio y San Servando) (86).
Los filósofos griegos tan poco inclinados á la observacion, como ardientes y fecundos en sistemas cuando se trataba de esplicar fenómenos que apenas habian entrevisto, nos han dejado consideraciones muy aproximadas á las ideas que se aceptan hoy generalmente, acerca del orígen cósmico de las estrellas errantes y aerolitos. «Piensan algunos filósofos, dice Plutarco en la vida de Lysandro (87), que las estrellas errantes no provienen de partículas desprendidas del éter que llegan á apagarse en el aire inmediatamente despues de haberse inflamado; ni que tampoco nacen de la combustion del aire que se disuelve en gran cantidad en las regiones superiores, sino que son mas bien cuerpos celestes que caen, es decir, que sustraidos en cierto modo al movimiento