el que la fuerza de atraccion del cuerpo central determina los límites, se ven los cometas obligados á volver al punto de partida, aun desde una distancia igual á 44 radios de la órbita de Urano, y recorrer una órbita cerrada; no siendo menos maravilloso que hasta en aquellos cometas que por la escesiva tenuidad de su masa se nos aparecen bajo el aspecto de una nube cósmica, retenga sin embargo el núcleo, en virtud de su atraccion, las últimas partículas de una cola de muchos millones de leguas. Por donde se vé que las fuerzas centrales son á la vez las que constituyen y las que mantienen un sistema.
Aunque podemos considerar al Sol como inmóvil con relacion á los astros mayores ó menores, densos ó nebulosos, que verifican alrededor de él sus revoluciones periódicas, en realidad gira el mismo Sol en torno del centro de gravedad de todo el sistema, y este punto está situado ordinariamente en el interior del propio Sol, a pesar de los cambios que sobrevienen sin cesar en las posiciones respectivas de los planetas. Pero el movimiento progresivo que trasporta al Sol en el espacio, ó mejor dicho, el centro de gravedad del sistema solar, es de una naturaleza diferente; movimiento cuya velocidad es tal, que el cambio relativo del Sol y de la estrella 61 del Cisne, es, segun Bessel, de 619,000 miriámetros por dia (1). Nada sabríamos de este movimiento de traslacion del sistema solar, si la admirable exactitud de los instrumentos de medicion que posee actualmente la astronomía, y los progresos de sus métodos de observacion, no hubiesen llegado á hacer sensibles los pequeños cambios de posicion que al parecer afectan las estrellas, semejantes en esto á los objetos colocados sobre un rio, movible en apariencia. El movimiento peculiar de la estrella 61 del Cisne, es sin embargo bastante considerable para producir en setecientos años 1° entero de diferencia en su posicion relativa.
Apesar de las dificultades inherentes á la determina-