de estos, bajo la relacion de la temperatura y de la composicion química, se ha conservado de una manera muy notable, al menos en Europa, desde hace cincuenta ó sesenta años, es decir, desde que la exactitud de nuestras medidas termométricas y de nuestras análisis ha permitido comprobarlo. Boussingault ha encontrado en las termas de las Trincheras, una variacion de 7 grados próximamente en veintitres años; su temperatura ha subido desde 90°,3 á 97° desde mi viaje en 1800, basta 1823, época del de Boussingault (5). Este manantial, cuyas aguas corren con la mayor regularidad, tiene, pues, próximamente 7° mas de calor que los manantiales de Geyser y de Strokr últimamente estudiados con cuidado estremo por Krug de Nidda. La repentina aparicion del Jorullo, nuevo volcan cuya existencia se ignoraba antes de mi viaje á América, ha demostrado cómo pueden proceder los manantiales de agua caliente de las aguas pluviales que caen en el interior de la Tierra para reaparecer mas lejos, despues de haber estado en contacto con un foco volcánico. Cuando el Jorullo se elevó de repente en Setiembre de 1759, á 513 metros sobre las llanuras que le rodean, dos pequeños rios llamados de Cuitimba y San Pedro, desaparecieron á la par: algun tiempo despues fuertes sacudidas les abrieron salida, y reaparecieron bajo la forma de manantiales termales. En 1803 medí su temperatura y era de 65°,8.
Es cierto que los manantiales de la Grecia corren en la actualidad por los mismos lugares donde corrian en los tiempos helénicos. El manantial de Erasinos, situado á dos horas al Sud de Argos, en la vertiente de Chaon, ha sido citado por Herodoto. En Delfos se ve todavía la Cassotis (hoy la fuente de San Nicolás), que sale de la tierra al Sud de la Lesche, y cruza el templo de Apolo: la Castalia corre siempre al pié del Parnaso, y la del Pireno cerca de la Acrocorintia; las termas de Ædepso, á donde Sila se ba-