porfiro negro; antes bien la considera únicamente como modificacion contemporánea de la proyeccion de esta última roca á través de las largas hendiduras llenas de vapores; pero forzoso es decir que tambien en ciertos lugares se encuentran lechos de dolomia intercalados entre los de calcáreo, y queda por esplicar cómo ha podido verificarse la transformacion sin la intervencion de una roca endógena. Efectivamente: ¿cuáles pueden ser en estos casos escepcionales los caminos seguidos por la accion plutónica? ¿Será preciso abandonar ya teorías tan amenudo esperimentadas y limitarse á repetir el antiguo adagio romano de que la naturaleza sigue á las veces vias diferentes para llegar á los mismos fines?» ¡Como! Despues de haber comprobado paso á paso en toda una region, en zonas enteras, la armonía de dos fenómenos; despues de haber visto siempre que la proyeccion del melafiro acompaña á la metamorfosis del calcáreo compacto en una masa cristalina dotada de nuevas propiedades químicas, ¿bastará que encontremos un paraje en que el primer fenómeno no acompañe al segundo para que ya no nos sea permitido esperar que observaciones ulteriores resuelvan esta contradiccion aparente, que no depende quizás, en última análisis, sino de una anomalía oculta en las condiciones bajo las cuales ejerce ordinariamente su accion la causa principal? Tanto valdria poner en duda la naturaleza volcánica y la fluidez ígnea del basalto, por el mero hecho de haber aparecido acá y allá casos aislados en que venas de basalto han penetrado por un lecho de carbon de piedra sin sustraerle una parte notable de su carbono, por capas de asperon, sin darle el aspecto de frita ó de escoria; y por capas de calcáreo, sin que la creta le ha ya convertido en mármol granular. En resúmen, seria imprudente abandonar el hilo conductor ó, si se quiere, la débil claridad que nos guia en la oscura region de las formaciones minerales, tan solo porque queden aun algunos desiderata en la
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Apariencia