tentrionales, que yo mismo quedé sorprendido al encontrar un espeso pinar (Pinus occídentalis, semejante al pino del Lord Weimouth) entre la venta y el alto que se hallan como subimos al mar del Sud, hácia Chilpansingo y las elevadas praderas de Méjico, á 1,200 metros sobre el nivel del mar; pinar que tardé un dia entero en atravesar, y en el cual se bailan los árboles coníferos entrelazados con palmeras de abanico (Corypha dulcis) (28) llenas de papagayos de variados colores. La América del Sud produce encinas, pero no alimenta ni una sola especie de pinos; y la primera vez que se presentó á mi vista un abeto como un recuerdo de mi patria, estaba situado cerca de una palmera de abanico. Tambien Cristóbal Colon en su primer viaje de esploracion divisó coníferas y palmeras mezcladas en la punta oriental del Norte de Cuba (29), y por consiguiente, entre los trópicos, aunque apenas sobre el nivel del mar. Este observador profundo, á quien nada se escapaba, habla de este hecho en su diario de viaje como de una singularidad, y su amigo Anguiera, secretario de Fernando el Católico, refiere lleno de sorpresa «que se encuentran juntos pinos y palmeras en el país nuevamente descubierto.» Es de gran interés para la geología comparar la distribucion actual de las plantas sobre la superficie de la tierra, con la geografía de las floras estinguidas. La zona templada del hemisferio austral, cuyas innumerables islas, abundantes aguas y maravillosa vejetacion que participa á la vez de la flora de los trópicos y de los países frios, ha descrito Darwin (30) con tanto arte, es la que ofrece ejemplares mas instructivos para la geografía de las plantas modernas y para la de las plantas primitivas, rama muy importante de la historia del reino vegetal.
Las cicádeas, que segun el número de las especies fósiles pertenecientes á esta tribu debieron jugar un papel mas importante en el mundo primitivo que en el mundo actual,