seno de las nubes, donde brilla el relámpago, y nace atronador el rayo. Grande es la influencia que ejerce sobre los dos reinos animal y vegetal, no solo por los fenómenos meteorológicos que produce, tales como la precipitacion de los vapores acuosos, y la formacion de compuestos ácidos ó amoniacales, sino como agente especial que escita directamente el aparato nervioso y los movimientos circulares de los líquidos orgánicos. No es esta ocasion de renovar antiguas discusiones acerca del orígen de la electricidad que se desarrolla en la atmósfera estando el cielo sereno: ni investigaremos si es preciso atribuir aquella electricidad á la evaporacion de las aguas cenagosas cargadas de sales y de sustancias térreas (09), á la vegetacion (10), á las innumerables reacciones químicas que se verifican en el suelo, á la desigual distribucion del calor en las capas aéreas (11); ó si será necesario recurrir á la ingeniosa hipótesis porque esplica Peltier la electricidad positiva de la atmósfera, suponiendo al globo cargado constantemente de la negativa (12). Lejos de penetrar en este vasto campo de discusiones, la descripcion física del mundo debe partir de las observaciones electro-métricas, tales como las suministra, por ejemplo, el ingenioso aparato electro-magnético propuesto por Calladon, para buscar como crece la tension de la electricidad positiva con la altura del sitio y la falta de árboles de las regiones vecinas (13); qué periodos varian con el flujo y reflujo diurnos de la electricidad atmosférica (segun las investigaciones hechas en Dublin por Clarke, estos periodos no parecen ser tan simples como aquellos cuya existencia habíamos reconocido Saussure y yo); y cómo cambia la tension segun las estaciones, la distancia al Ecuador, y la proporcion local entre la superficie de las tierras y la del Océano.
Si puede decirse en tésis general que el equilibrio de las fuerzas eléctricas está sujeto á perturbaciones menos fre-