juego, es de temer que obstinándonos en conocer las leyes, encontremos bajo nuestros pasos abismos infranqueables. El principio de unidad deja de hacerse sentir; el hilo se rompe do quiera que se manifieste entre las fuerzas de la naturaleza una accion de un género particular. La ley de los equivalentes y de las proporciones numéricas de composicion, tan felizmente reconocida por los químicos modernos, proclamada bajo la antigua forma de símbolos atomísticos, permanece aun aislada, é independiente de las leyes matemáticas del movimiento y de la gravitacion.
Las producciones de la naturaleza, objeto de la observacion directa, pueden distribuirse lógicamente por clases, órdenes ó familias. Los cuadros de estas distribuciones arrojan sin duda alguna luz sobre la historia natural descriptiva; pero el estudio de los cuerpos organizados y su enlace lineal, á pesar de dar mas unidad y sencillez á la distribucion de los grupos, no pueden elevarse á una clasificacion fundada sobre un solo principio de composicion y organizacion interior. Del mismo modo que las leyes de la naturaleza presentan diferentes gradaciones segun la ostension de los horizontes ó de los círculos de fenómenos que abrazan, asi tambien la esploracion del mundo esterior tiene fases diversamente graduadas. El empirismo empieza por cálculos aislados que se van acercando segun su analogía y su desemejanza. Al acto de la observacion directa sucede, aunque muy tarde, el deseo de esperimentar, es decir, de producir fenómenos bajo condiciones determinadas. El esperimentador racional no obra al azar; se guía por hipótesis que se ha formado, por un presentimiento semi-instintivo, y mas ó menos exacto, del enlace de las cosas ó de las fuerzas de la naturaleza. Los resultados debidos á la observacion ó al esperimento, conducen, por medio del análisis y la induccion, al descubrimiento de leyes empíricas. Estas son las fases que la inteligencia hu-