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osenro brillo del hollin, y riza sus cabellos con su calor desecante (3).»

La espedicion de Alejandro suministró por primera vez la ocasion de comparar en una vasta escala las razas africanas, que de todas partes aflulan á Egipto, conlas poblaciones del Aria del lado de allá del Tigris, y con las razas originarias de la India, que tenian la piel fuertemente coloreada, pero sin los cabellos crespos de los negros. La division de la especie humana en variedades, el lugar que estas variedades han ocupado sobre la tierra, mas bien por consecuencia delos acontecimientos históricos que no porla influencia perseverante de los climas, al menos desde que los tipos estuvieron claramente determinados; la contradiccion aparente que existia entre el color de las razas y su residencia, debieron escitar vivamente la curiosidad de los observadores reflexivos. Hállase todavía en el interior de la India una vasta estension de territorio habitada por poblaciones primitivas de color mu y subido y casi negro, completamente distintas de las razas arianas de tez mas clara, que penetraron posteriormente en aquellas regiones: tales son, la raza Gonda, mezclada con las tribus que habitan las cercaníasde los montes Vindh ya; la raza Bhilla, en las montañas frondosas de Malava y de Guzerate, y la raza Kola de Orisa. Un crítico muy profundo, Lassen, tiene por verosímil que en tiem— po de Herodoto, la raza negra del Asia, «los Etiopes de Levante,» semejantes á los pueblos de la Libia por el color de la piel, aunque no por lacabellera, se hallaba mucho mas esparcida que hoy en las regiones del Nor-oeste (4). Así tambien en el Antiguo Imperio egipcio, las razas negras de ordinario vencidas, los verdaderos negros de lanudos cabellos se estendian mu y lejos enla Nubia Septentrional (5).

A esta cosecha de ideas que habia hecho nacer el aspecto de un gran número de fenómenos nuevos; el contacto con diferentes razas de hombres, y los contrastes de su