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rés para los estudios filológicos, no he podido contenerme y pasar enteramente en silencio aquelio que no pertenece tanto á la descripcion del mundo real como al cicio de la geografía mítica. Sucede en el espacio lo que en el tiempo; que no puede tratarse la historia bajo un punto de vista filosófico dejando en olvido absoluto á los tiempos heróicos. Los mitos de los pueblos, mezclados á la historia y á la geografía, no pertenecen por completo al mundo ideal. Si la vaguedad es uno de sus rasgos distintivos, si el simbolo cubre en ellos la realidad con un velo mas ó menos tupido, no por ello revelan menos los mitos, intimamente ligados entre sí el tronco antiguo de los primeros conocimientos en cosmografia y física. Los hechos de la historia y de la geografía primitivas no son únicamente ingeniosas ficciones, sino un reflejo de las opiniones que se han formado sobre elmundo real. El gran anticuario cuya pérdida prematura ha sido dolorosamente sentida en todo el dominio de los estudios griegos, sondeado por él con profundidad tan grande y en distintas direcciones, cree por el contrario que no deben reTerirse en manera alguna, como pudiera creerse en vista sobre todo de las leyendas maritimas de los Fenicios, á esperiencias reales que la credulidad y el amor por lo maravilloso han revestido de una forma fabulosa, la mayor parte de las relaciones sobre la configuracion de la tlerra tel como está representada en la poesía griega. Segun él, esas imágenes traen su verdadero origen de hipótesis que el sentimiento sugirió á la inteligencia, y que no recibieron sino muy tarde y poco á poco la influen<ia de los conocimientos positivos: de donde resulta, que creaciones puramente subjetivas, que lleva á la imaginacion ciertas ideas, se fundieron Casi insensiblemente con comarcas reales y objetos claramente cono«idos de la geografía cientifica. Puede deducirse de estas consideraciones, que todas las imágenes míticas ó que al menos se producen bajo formas miticas, pertenecen propiamente al mundo de las ideas, y no tuvieron nada de comun en su orígen con el engrandecimiento del conocimiento de la tierra y el progreso de la navegacion mas allá de las columnas de Hércules. Las primeras impresiones de Otíredo Muller estaban mas de acuerdo con mi sentir; decia con efecto espresamente en los Prolegomenen zu einer wissunschaftlichen Mythologie (p. 68 y 109), que en las leyendas míticas se observa un estrecho enlace entre la ciencia y la imaginacion, entre lo real y lo imaginario. Puede verse tambien á propósito de la Atlántida y de la Lyctonia T. 1. Martin, Efudes sur le Timeée de Platon, t. I., p. 293-326.

(15) Pág. 119.—Naxos, por Ernesto Curcio, 1846, p. 11; Droysen, Ceschichte der Bildung des hellenistischen Slaatensystems, 1843, p. 4-9.

(16) Pág. 120.—Leopoldo de Buch, ueber die geognostischen Sysleme von Deutschland, p. XI; Humboldt, Asie centrale, t. T, p. 254-286.