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Bembach de los efectos de un telescopio holandés, el médico y matemático Simon Mario, de quien se ha hablado antes, llegó tambien á construir uno por sí mismo. Respecto de la primera observacion por Galileo de las montañas de la Luna, véase Nelli, Vita di Galilei, t. I, p. 200-206; Galileo, Opere, 1744, t. II, p. 60, 403; y Lettera al Padre Cristoforo Grienberger, in materia delle Montuosita della Luna, p. 409-424. Galileo observó algunos paisajes de forma circular y rodeados por todas partes de montañas, semejantes á los paisajes de la Bohemia: « Eundem facit aspectum Lune locus quidam, ac feceret in terris regio consimilis Bomie, si montibus altissimis, inque peripheriam perfecti circuli dispositis oceluderetur undique (t. II, p. 8) » Las montañas fueron medidas segun el método trigonométrico. Galileo calculó la distancia de los vértices al borde luminoso en el momento en que estos vértices se veian heridos por los rayos solares, como lo hizo mas tarde Hevelio. No encuentro observacion alguna sobre la longitud de las sombras proyectadas por las montañas. Galileo observó que la altura de las montañas de la Luna es próximamente de «quatro miglias,» y que estaban mucho mas altas que las montañas de la Tierra. Esta comparacion es notable, puesto que Riccioli habia estendido en esta ¿poca ideas muy exageradas acerca de la elevacion de nuestras cimas montañosas, y que una de las que fueron mas nombradas luego, el pico de Tenerife, fue medido por primera vez con alguna exactitud por Feuilléc en 1724. Galileo creia tambien en la existencia de muchos mares y de una atmósfera en la Luna; opinion, por lo demás, que fue la de todos los obscrvadores hasta fines del siglo xvi.

(44) Pág. 309.—Hallo de nuevo ocasion de citar aquí el principio fijado por Arago: «No hay mas que una manera racional y exacta de escribir la historia de las ciencias, y es la de apoyarse esclusivamente en publicaciones de fecha cierta; fuera de esto, todo esconfusion y oscuridad. » Astronomie populaire, t. 11. p. 109; OEuvres complétes, t. LIT, p. 272; t. XII, p. 6. El singular retraso dado á la publicacion del Calendario franconiano ó de la Práctica (1612), y á la del «Mundus jovialis, anno 1619 delectus ope perspicilli Belgici,» que no apareció hasta febrero de 1614, podia seguramente dar lugar á la sospecha de que Mario hubiese tomado mucho del Nuncius sidereus de Galileo, cuya dedicaloria es del mes de marzo de 1610, ó de que se hubiese aprovechado cuando menos de comunicaciones epistolares. Galileo, que no habia olvidado el proceso intentado con motivo del círculo proporcional contra Baltasar Capra, uno de los discípulos de Mario, llama á este ultimo: «usurpatore del sistema del Giove,» y objeta tambien al astrónomo protestante de Gunzenhauzen, que su observacion anterior descansa en una confusion del calendario: «Tace il M rio di far cauto il lettore, como essendo egli separato della Chiessa nostra, ne aven"