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Principe constante (99). Citamos estos ejemplos porque demuestran el por qué en la literatura dramática, que se ocupa especialmente de los acontecimientos, de las pasiones y los carácteres, las descripciones de la naturaleza no son nunca sino un reflejo esterior de los sentimientos y de la disposicion de ánimo de los personajes. Shakspeare, arrastrado por el movimiento de la accion, no tiene nunca tiempo para detenerse á describir la Naturaieza; mas la pinta tan bien por un incidente, por un signo á través de la emocion de los héroes, que creemos tenerla á la vista y vivir en medio de ella. Asi es, que parece que respiramos en medio de los bosques al leer el ¡Sueño de una noche de verano. En las últimas escenas del Mercader de Venecia, vemos el claro del bosque iluminado por la luna en una tibia noche, sin que se hable en ellas ni de luna ni de bosque. Hay, sin embargo, en el /fey Lear una verdadera descripcion de la montaña de Douvres, cuando fingiéndose loco Edgardo y conduciendo á su padre ciego, el conde de Glocester, por la llanura, le hace creer que suben por la montaña. La ojeada por medio de la cual mide desde lo alto la profundidad del abismo, es capaz de producir vértigo (100).

Si en Shakspeare la fuerza interior de los sentimientos y la noble sencillez del lenguaje dan interés tan vivo á los pocos rasgos con que representa lá Naturaleza sin descri.birla, en Milton, las escenas descriptivas tienen mas pompa que realidad. Y así debia de ser tratándose de un poema como el Paraiso perdido, en el cual han sido prodigadas todas las riquezas de la ¡imaginacion y de la poesía para £igurar la naturaleza encantadora del Paraiso terrenal; pero en esta obra, como en el bellísimo poema de Thomson sobre las Estaciones, la vegetacion no podia ser pintada sino en sus rasgos generales y con indecisos contornos. Segun el juicio de los que mejor conocen la poesía india, Kalidasa